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No hacía día de playa y teníamos la tarde libre.¿Qué hacemos?¿Plan alternativo sin salir de Vigo?.

La decisión fue rápida, una visita a un lugar que no nos aburre por más veces que lo visitemos. El Pazo Quiñones de León, uno de mis imprescindibles si vienes a Vigo, un auténtico pulmón verde entre tanto edificio.

También conocido como Finca de la Marquesa, está dentro del Parque de Castrelos, unas veinte hectáreas de terreno frecuentadas por los vigueses para hacer deporte o pasear y en verano lugar de celebración de conciertos y espectáculos en un entorno más que privilegado.

 
 

El pazo se encuentra en la parte alta del parque, atravesamos la enorme puerta, donde se fotografían los recién casados. Algo que sinceramente nunca entendí porque el interior tiene mil rincones muchísimos más atractivos y románticos.La fachada, con dos torres flanqueando la parte central, nos recibe demostrándonos el poderío de la familia Elduayen-Quiñones de León, última en habitar el Pazo.

También en la entrada está el acceso al museo, alberga colecciones de arte, arqueología e historia de Vigo y vio incrementado notablemente su legado con las donaciones de Policarpo Sanz. Éste empresario y mecenas gallego, se inició en el coleccionismo gracias a la influencia de su mujer Irene, y en 1937 dio a la ciudad todas sus obras, impulsando así la creación del museo, que cuenta gracias a él, con una pinacoteca considerada como la mejor colección de pintura gallega.

La capilla fue añadida a mediados del siglo XIX, está dedicada a la Virgen del Carmen y sólo era abierta cuando los marqueses estaban en el pazo. Hasta que fue construida, iban a misa a la cercana iglesia de Santa María de Castrelos, donde tenían un lugar privilegiado en el altar mayor.

 
 

Fue Fernando Quiñones de León, Marqués de Alcedo, quien donó el recinto al ayuntamiento de Vigo. Cosas de la época, el documento que así lo acordaba se firmó en París (1924) y se cuenta que a cambio el alcalde le concedió el título de Grande de España. Buscando un poco de información entendí porque muchos la llaman Finca de la Marquesa, porque en realidad fue Milagros Elduayen, quien heredó estas tierras. Lamentablemente murió muy joven y al no tener su hijo descendientes pasó a ser su padre el titular. Éste estableció como condiciones que en la entrada hubiese una placa que recordase su donación y que fuese destinado a museo de artes regionales, parque u otro fin benéfico -artístico. De ella no encontré ninguna referencia en el parque.

 
 

Para nosotras lo más interesante está al aire libre. Hay dos caminos para conocer los jardines, el que conduce a la parte de atrás del pazo y el que discurre en un nivel inferior con árboles de cuento y y un pequeño lago que reproduce el que hay en la entrada del parque. En esta ocasión fue éste el que elegimos y como casi siempre, no nos cruzamos con nadie y disfrutamos en esclusiva el precioso paseo.

Por el camino siempre jugamos a identificar los nombres de los árboles y menos mal que la abuela nos acompañaba, porque los carteles y paneles explicativos se encuentran muy deteriorados e ilegibles. Una lastima porque además el parque se encuentra incluido en la Ruta de la Camelia que recorre preciosos pazos de Galicia. Los primeros camelios aquí plantados fueron traídos por el Marqués de Loureiro desde Portugal y uno de ellos es conocido como Matusalén.

Por aquí nos encontramos un bosquecillo de bambú, un estanque con nenúfares y algunas esculturas hasta llegar al enorme palomar construido encima de una roca. Poseer uno era símbolo de poder y estatus, pero nada comparado con tener la primera pista de tenis de Galicia. Dos hierros oxidados sin red que sujetar, unas gradas medio destruidas y una explanada de tierra es lo que queda. La nuera de la Marquesa era inglesa, Mariana se llamaba, y trajo consigo su afición a Vigo, y claro, como por espacio no era, construyeron la pista para poder seguir disfrutando del juego.

 
 
 

No pudimos acceder al final de la finca porque había riesgo de caída de ramas y lo tenían delimitado así que fuimos hacia otro de los lugares curiosos del Pazo. Un espacio pensado para aprender e interactuar con las plantas, pero una vez más, descuidado. Las hierbas aromáticas crecen solas mientras una enorme estructura central con explicaciones en braille y huecos para jugar a oler y adivinar es invadida por musgo, hojas secas y restos de basura. Aún así la menta e incienso estaban preciosos y acompañadas de su rico olor caminamos hacia la rosaleda.

Es el tercer nivel de unos jardines diseñados por una empresa de Porto y divididos en seis partes : inglés, bosque, francés, jardín de acceso, rosaleda y solaina. Hay para todos los gustos y la sensación de pasear por un lugar privado no es difícil de conseguir sobre todo si lo visitais un día de semana. El laberinto era sin duda mi lugar favorito cuando iba de pequeña, me encantaba perderme en él e imaginar que aparecería una salida hacia otra época. Y así con mucha imaginación y entre fotos y risas terminaba nuestro paseo, prometiéndonos volver para visitar el museo y el famoso cuadro de Lugrís “Habitación dun vello mariñeiro” que tanto me gusta. ¡¡Os lo contaré!!.

 
 

9 Comments

  1. David dice:

    La verdad es que es un privilegio tener un parque como este en plena ciudad. ¡A disfrutarlo!

    ¡Fantástico reportaje fotográfico!

  2. Sabela dice:

    Es el lugar preferido de mi madre! pero no tenía tanta información! es genial el resumen que has hecho sobre la historia!
    Es una visita esencial para conocer Vigo! Un abrazo!!

  3. Eva dice:

    Ostras que espacio mas bonito. No lo conocía pero ya me ha entrado la curiosidad. A ver si me paso prontito por Vigo…

  4. Estuve en Baoina hace muchos años y no sabía nada de este palacio y sus jardines. Apuntado queda!. Saludos

  5. Cristina dice:

    Me has dejado con la boca abierta… ¡¡¡pero que preciosidad!!! Maravilloso, el palacio, los jardines, la historia… Y que gusto disfrutar en soledad del lugar, al parecer un rincón secreto ya que tan poca gente lo visita. Una pregunta, en ese juego de adivinar el nombre de los árboles ¿cuantos acertaste?
    Un abrazo

  6. Andrea dice:

    Que hermoso! Esa menta en cantidades! Casi que estoy oliendo su aroma. Saludos viajeros

  7. Patri dice:

    ¡Qué bonito! Pues cuando vuelva a Baiona (que tengo que pasar por Vigo) me apunto la Finca de la Marquesa, que me ha gustado mucho. Mis recuerdos de Vigo es de una ciudad industrial no muy fotogénica, aunque claro, han pasado muchos años… Siempre es un respiro dar un paseo entre la naturaleza, aunque sea un parque urbano, aunque precisamente espacios verdes no es de lo que falta en Rías Baixas 🙂
    ¡Un abrazo de Patri la cosmopolilla!

  8. Pepa Alvarez dice:

    Con tus bonitos comentarios,animas a visitarlo!

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