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Durante nuestra estancia en Polonia visitamos Malbork. En la pequeña ciudad del norte del país, se encuentra el castillo más grande del mundo, con este dato y tras ver algunas fotos, decidimos que sería parada obligatoria del viaje.

El Castillo de Malbork es el principal atractivo de la tranquila localidad. Situada a sesenta kilómetros del importante puerto de Gdansk y cerca de la frontera con Lituania, Malbork tenía una buena posición estratégica y por ello fue elegida para construir la gran fortificación. Aunque también ayudó el regalo por parte del rey polaco de estas tierras a la Orden de los Caballeros Teutónicos.

 

 
 

Construído en el siglo XIII fue la sede de los Caballeros Teutónicos. La impresionante fortificación sirvió para reafirmar su poder en el Báltico. De hecho se la conoce como la nave nodriza teutónica y en ella se tomaron importantes decisiones no sólo a nivel religioso, sino también político.

El río Nogat resultó fundamental para la orden, de hecho el castillo se encuentra en una península, lo que les permitía cobrar un impuesto de peaje a todos los barcos que por allí pasaban. Ésto y el monopolio sobre el comercio de ámbar, hizo que el gobierno teutónico se trasladase a Malbork y la fortificación se ampliase en varias ocasiones.


 

 

La Orden Teutónica tenía como misión cristianizar a los infieles. En Israel apoyaron a los Cruzados y tras ser expulsados de Oriente Medio regresaron a Europa para seguir su tarea: convertir o morir.
Nacida en Palestina (1190), su nombre completo es Orden del Hospital Militar del Sacro Imperio Romano Germánico de Santa María de Jerusalén.
Estaba formada por monjes guerreros alemanes que debían defender los lugares santos de ataques musulmanes. Sólo los nobles alemanes eran caballeros, el resto servían como soldados de infantería, monjes o sargentos que servían a los primeros.

 

 

El recorrido fue de lo más tranquilo y paseamos solos la mayor parte del tiempo. Agradecimos que no hubiése gente después de los días en Cracovia y Oswiecim, dónde habíamos visitado el campo de concentración nazi.

Dividido en tres niveles, el castillo de Malbork sufrió incendios, ataques e incluso un asedio de dos meses, pero nunca fue invadido. Las torres y una muralla infinita, junto a los enormes caballeros de túnicas blancas debían ser razones suficientes para no insistir.


 

Impresionan las enormes estancias, las puertas de madera gigantes y unos suelos con baldosas de dibujos que seguro tenían algún siginficado. Para solucionar el frío clima polaco siguieron el ejemplo de las termas romanas. Obtenían así calor a través del suelo, un sistema barato y eficiente complementado por chimeneas en salas pequeñas para retener el calor.

En la cocina unas niñas representaban escenas cotidianas de la época medieval. Cantaban y bailaban vestidas con largas faldas y cabezas cubiertas con pañuelos coloridos. Pero sin duda el refectorio es una de las salas que más llama la atención, supongo que esa sería la intención de los teutones: dejar con la boca abierta a los invitados al castillo.


 

En algunas salas encontramos motivos religiosos, retablos, esculturas y la capilla en la que los caballeros redimían sus pecados.

Igual de completas son las estancias dedicadas a las armas empleadas entonces: cañones, catapultas o lanzas. Acompañadas de ilustraciones de anatomía que indicaban dónde herir al enemigo.

Así los nazis, cuando invadieron Polonia, se sentían en el castillo de Malbork como en casa. Hitler lo visitó en varias ocasiones en los años '40. Incluso una invitación a una fiesta en la fortificación salvó al dictador alemán de un atentado.



 

Cuando el ejército soviético llegó a Mariemburg, como llamaban los alemanes a Malbork, los 1840 ciudadanos germanos que vivían en la ciudad polaca desaparecieron sin dejar rastro.
En 2008 unos obreros encontraron en un terreno colindante al castillo unos huesos. La excavación descubrió una fosa de casi 2000 cadáveres. Estaban desnudos y muchos mostraban un orificio de bala en el cráneo.

 
 

Uno de los Grandes Maestres de la Orden, Herman von Salza, dio nombre a una de las divisiones Panzer. Su escultura está en uno de los patios del castillo acompañado de otros tres Grandes Maestres.

Tanto las Juventudes Hitlerianas como la Liga de las Niñas Alemanas visitaban el castillo de Malbork una vez al año. Como un centro de peregrinación, en sus salas se celebraban nombramientos, exposiciones de fotos de los logros nazis, bodas entre miembros del grupo e incluso solsticios de verano.

Pensar en ello me dio bastante repelús. Tan arios y tan macabros, con sus perfectos uniformes y botas relucientes pisando aquéllas baldosas...A algunos generales de Hitler se les relaciona con el esoterismo y otros rituales que tendrían como escenario las dependencias del castillo.

Salimos al exterior y aún estuvimos un buen rato paseando por los jardines. En algunos más piezas de artillería salpicaban la hierba verde que contrastaba con el fantástico rojo de los ladrillos.



 

Se construyó en ladrillo porque en Polonia las canteras son escasas, y era un material mucho más económco y rápido de fabricar. Sólo los marcos de los grandes portones o los cimientos fueron hechos con granito, por ser las partes más sensibles a ataques.

Más de cuatro millones y medio de ladrillos fueron empleados en el castillo, ganándose así el sobrenombre de la Montaña de Ladrillo.

Fue reconstruído en varias ocasiones, con premio por su fidelidad incluído. Siempre conservando el estilo gótico baltico que le hizo merecedor de ser declarado en 1997 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.


 

 

Perdimos la cuenta del tiempo que llevábamos recorriendo el castillo. Estoy segura que anduvimos kilómetros y que nos quedaron sitios sin ver. Pero es que es cuatro veces la extensión del castillo de Windsor...

El hambre nos recordó que era la hora de comer. En la calle principal de Malbork encontramos donde recuperar energías para caminar hasta la estación de tren. Era nuestra última parada en Polonia y la visita no había podido ser mejor.

El castillo más grande del mundo no nos había decepcionado. Y es una visita que recomiendo a todo el que visita el país. Pero reconozco que sí me resultó algo inquietante, aún ahora, cuando vuelvo a ver las fotos. Supongo que las energías de sus diversos habitantes siguen entre los ladrillos. Rojos, como los infinitos ríos de sangre que provocaron los caballeros teutónicos y los nazis.



 

CASTILLO DE MALBORK.
*Dirección: Starościńska 1
*Horarios de Visita: 9 a 19 horas los meses de Mayo a Septiembre. De 10 a 15 horas, de Octubre a Abril.
*Precios: 39,50 PLN (casi diez euros) ó 29,50 PLN en temporada baja. Incluye audioguía.
*Más información en su web.

9 Comments

  1. Luz E. dice:

    ¡Hola! Me acuerdo de la odisea que fue llegar aquí en transporte público al castillo… Me costó hacerme entender. Para mi el castillo de Malbork es uno de los imprescindibles de Polonia. Disfruté recorriendo sus kilómtetros, y leyendote he descubierto partes de su historia que no conocía. Lo recuerdo con mucho cariño, verlo grande imponente e inmenso me impresionó. Saludo.

  2. Hay 2 temas del norte de Polonia que me interesan bastante. Uno es la Orden Teurónica y la otra, la liga Hanseática, de la que Gdansk formaba parte. Es por ello que también nos desviamos hacia allí durante nuestro primer viaje a Polonia. Este castillo es verdaderamente impresionante, uno de los más espectaculares de la orden Teutónica, desde luego. Lo que no sabía era que las Juventudes Hitlerianas y la la Liga de las Niñas Alemanas visitaban el castillo de Malbork una vez al año. Eso ya no me gusta nada de nada, desde luego.

  3. Poco a poco voy apuntando lugares para ver en Polonia, este por supuesto es uno de ellos porque me ha encantado tanto esa estructura roja de ladrillo impresionante como toda esa historia que cuentas tan apasionada. Es increíble que Hitler se librase de un atentado por estar allí, la historia hubiese sido otra. Según lo cuentas parece que veo a las Juventudes Hitlerianas y a la Liga de las Niñas Alemanas visitandolo, o gente celebrando bodas, como bien dices, vaya repelús.
    Gracias por acercatnos este trocito de mundo con tanta historia que por supuesto pasa a mi lista. Un bessín

  4. Hemos estado en Polonia pero solo Cracovia, Varsovia y Poznan. es un país al que me apetecería volver porque me encantó. Desconocía la existencia de Malbork y su Castillo. Apuntado.

  5. ¡Vaya sorpresa! Nunca nos habríamos imaginado que el castillo más grande del mundo estuviera en Polonia y además estuviera construido de ladrillos!!!
    Nos apuntamos la visita para nuestro próximo viaje a Polonia, que esperamos que sea la próxima primavera. 🙂

    Saludos.

  6. No tenía ni idea de que el castillo más grande del mundo estuviese en Polonia y mucho menos me imaginaba que hubiese castillos de ladrillo. me lo apunto, estuve allí preblog y Gloria no conoce Polonia así que está bastante futurible.

  7. Me parece una visita de las más curiosas. No tenía ni idea que el castillo más grande del mundo estaba en Polonia!!! Y qué suerte (desde mi punto de vista) que lo visteis con niebla, le daba aún más de encanto.

  8. Kris dice:

    Cuando fuimos a Polonia nos saltamos este castillo, que viendo tus fotos y leyendo tu texto está claro que merece la pena ser visitado. Me ha encantado lo de copiar a los romanos lo del sistema de calefacción. Imagina el frío que se debía pasar en ese castillo si no hacían lo que fuera para intentar calentarlo. Un abrazo

  9. alvientooo dice:

    Tengo la visita a Polonia en mi lista de pendientes, interesante saber como conseguían el calor, a ver si con un poco de suerte y mi amigo Marcin vuelve pronto a Polonia y me apunto con el al viaje.

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