Hacía una mañana perfecta para dar un paseo por Karlsruhe. Cogeríamos el tren hacia Estrasburgo por la tarde así que teníamos tiempo para seguir conociendo la pequeña ciudad alemana.
Subimos pronto a desayunar: buen café, fruta fresca y quesitos con sabor a jamón serrano y a chorizo. Después de entendernos con la recepcionista, que sólo hablaba alemán, para dejar allí las mochilas unas horas, salimos en dirección al que muchos denominan el Versalles de Baden Baden: El Jardín Botánico de Karlsruhe.
De camino, encontramos curiosos edificios y unas bonitas baldosas amarillas (no, no conducían a Oz), decoradas con fechas y dibujos. Karlsruhe estaba siendo una bonita sorpresa a la que llegamos vía Porto.
Era nuestra primera parada de un viaje por Francia que terminaría en un festival de música. La ciudad alemana está muy cerquita de la frontera francesa y aunque no estaba en nuestros planes quedarnos, al llegar, nos gustó y cambiamos de idea.
El margrave (título concedido a algunos príncipes alemanes) de Baden ordenó diseñar la ciudad en un tablero de dibujo, con el palacio en el centro y desde el que saldrían 32 calles y avenidas. El resultado tiene forma de abanico y visto desde el cielo semejan rayos de sol, como símbolo de poder y perfección. Este trazado urbano fue el modelo elegido en Washington.
Se construyó en el bosque de Hardtwald, las obras empezaron en 1715 y duraron 3 años. La falta de murallas o defensas, como en el resto de palacios de la época, mostraba el carácter tolerante y liberal, un lugar abierto a todos.
Hasta el año 1918 fue residencia de los grandes duques, actualmente alberga una sección del Tribunal Constitucional Federal y el Badisches Landes Museum, en el que se encuentran las joyas de la corona del ducado de Baden así como algunos botines de guerra de las campañas contra los turcos en el siglo XVII.
La verdad que el lugar es de los más bonitos, relajantes y cuidados en los que he estado. Normal que lo escogiesen como lugar de descanso y recreo. Había gente haciendo deporte, muchas familias y hasta un trenecillo que daba paseos por el bosque.
Pasamos allí toda la mañana, aprovechando el sol y la tranquilidad del lugar. En 2018 terminó una reforma de los tres edificios invernaderos (cada uno con una zona climática) que les devolvió el encanto de mediados del siglo XIX. En verano, en uno de los espacios exponen sus obras los estudiantes de Bellas Artes de Karlsruhe.
Volvimos en dirección al hotel pasando por la Markplatz, la Plaza del Mercado. En ella se encuentra una Pirámide de arenisca roja en la que está enterrado el príncipe Carlos Guillermo, el artífice de la maravilla de sitio en el que acabábamos de estar.
Ya con las mochilas, fuimos a la estación de tren, esta vez usando el tranvía. Al llegar como era pronto tomamos algo en una tiendina que descubrimos en la entrada de un enorme zoo que hay enfrente de la estación. Aprovechamos para hacer unas fotos y enviar las primeras postales de nuestra ruta por Alsacia, que nos había descubierto esta preciosa ciudad en medio de la Selva Negra alemana.
Ya con las mochilas, fuimos a la estación de tren, esta vez usando el tranvía. Al llegar como era pronto tomamos algo en una tiendina que descubrimos en la entrada de un enorme zoo que hay frente a la estación.
El tiempo pasó rápido haciendo fotos y escribiendo las primeras postales de nuestra ruta por Alsacia. Karlsruhe había sido la primera parada, una bonita y cuidada ciudad en medio de la Selva Negra alemana.
9 Comments
Pues cuando estuvimos en la Selva Negra no nos acercamos a Baden Baden, y ya veo que merecía la pena, solo por visitar estos jardines. Saludos
El palacio me ha gustado, ese plano de la ciudad me ha parecido de lo más curioso (hay que ver los nobles que cosas eran capaces de hacer), los jardines una maravilla… pero lo de las baldosas amarillas… ¿seguro que no llevan a Oz?
Un abrazo
Jamás había oído hablar de este lugar. Parece un jardín muy relajante, muy tranquilo. Hace un par de años, para visitar la Selva Negra, alquilamos el coche en Baden Baden, pero no lo llegamos a visitar por falta de tiempo. Pendiente me queda, pues.
Un abrazo!
Precioso lugar y preciosas fotos. Estuve hace años en Baden Baden y recuerdo un lugar tranquilo a camino entre pueblo con aires de capital. Adeemás recuerdo que disfrutamos como enanos en el balneario de Calacala. Buenos recuerdos.
Gracias
GranPumuki
Hola Enrique,
Pues tomo nota del balneario para la próxima vez. Yo también lo recuerdo como dices, fue una visita que no estaba en la lista y la verdad es que nos gustó mucho.
Un saludo.
Menudos jardines, un lugar super fotogénico. Preciso post
Hola Veronica,
Fue todo un acierto pasar un día en Karlsruhe, solo por la visita a estos jardines ya mereció la pena 🙂
Un saludo.
Oh, qué fotos tan bonitas y el relato también 😉 yo estuve en Baden-Baden hace unos años de paso, en mi ruta por la Selva Negra de Alemania, y no me gustó demasiado. Me pareció como un poco artificial y los precios eran carísimos, no sé si me costó un café 4 ó 5 euros… Tendré que volver para cambiar la sensación je je un abrazo de la cosmopolilla
Hola guapa,
Muchas gracias por tu comentario 🙂
Como dices caro sí era un rato. Yo la verdad es que Alemania la conozco muy poco, a ver si este año nos animamos a volver. ¡Un abrazo grande!