Cesky Krumlov era uno de nuestros imprescindibles durante el viaje a la República Checa, aunque eso supusiese robarle tiempo a Praga y que nos quedasen muchos lugares sin ver en la capital.
Y no fue una mala elección, dicen que Cesky Krumlov es el pueblo más bonito del país. Uno de esos lugares de cuento: calles estrechas, suelos empedrados, castillo, arte en las calles y como no río.
No hay pueblo medieval que se precie sin río pero éste además tiene una forma como un looping de parque acuático, convirtiéndose el Moldava (Vltava) en una frontera natural.
Desde la estación de tren fuimos caminando hasta encontrar un mirador de madera y unas escaleras que atravesaban un frondoso parque por dónde llegar más rápidamente al portón de Budejovice. La entrada al pueblo medieval de Cesky.
Este pasadizo del año 1600 es el único que queda en pie de las nueve entradas que había y donde empieza la larguísima calle Latrán.
Siguiendo la música cuál niños al flautista, llegamos al Lazebnicky Most, el puente de madera y que separa la ciudad vieja de la colina del castillo. Allí estaban una pareja tocando tan bonito que no dudamos en sentarnos a escucharlos.
El mojito del puesto callejero entraba de maravilla con aquel calor, mientras la música sonaba no dejaba de pasar gente. Muchas poses, palos, fotos… normal porque estábamos a finales de julio y Cesky Krumlov es el segundo lugar más visitado de la República Checa.
Aprovechando que la música dejó de sonar decidimos movernos, tenía mucha curiosidad en conocer nuestro alojamiento de esa noche. Del apartamento en el altísimo edificio de personajes curiosos cambiábamos a una pensión del siglo XIV.
No fue barato pero no pudimos resistirnos tras ver algunas de sus fotos y conocer que había sido residencia de los aristócratas de la ciudad. No fue nada difícil encontrarla, pero la calle no podía ser más perfecta. Muy cerquita del puente pero sin dar a la calle principal. Un rincón de silencio entre tanto bullicio veraniego.
Debo reconocer que me quedé un poco descuadrada cuando en aquél mi cuento medieval apareció el siempre sonriente Mr.Lee. Un encantador coreano y perfecto anfitrión que nos abrió las puertas a una habitación con vistas a la torre del castillo.
La verdad es que aquélla habitación invitaba a quedarse, abrir las ventanas, tirarse en la enorme cama, leer un buen libro o escribir porque no se escuchaba ni un ruido y resultaba increíblemente acogedor. Sólo hubiese quitado la tele y una mini nevera blanca que rompía bastante la decoración.
Pero en vez de cualquiera de esas cosas salimos a la calle, una vez más sin un objetivo fijo, a pasear por el casco histórico de Cesky, patrimonio de la Unesco desde 1992.
El haber sido Cesky Krumlov lugar para hacer contactos comerciales por su situación en el interior del país, a 200 kilómetros de Viena y 300 de Munich, se tradujo en influencias artísticas.
Podemos ver edificios barrocos, góticos y renacentistas, fachadas de adorables color pastel, serigrafiados por todas partes o iglesias de gran altura perfectas para guiarte por el pueblo.
Nos perdimos mil veces y volvimos a pasar por las mismas calles una y otra vez, siempre descubriendo cosas nuevas. Cesky Krumlov es un pequeño paraíso de tan sólo 22 kilómetros cuadrados.
La plaza del Ayuntamiento (Svornosti Námestí) es otro de los lugares más concurridos, un claro ejemplo de mezcla de estilos. El barroco de la Columna de la Peste, así conocida porque fue dedicada a la Virgen para agradecerle el fin de la peste en 1715, contrasta con la sencillez y alegría de las casas que la encuadran.
El Castillo merece otro capítulo y mucho más tiempo del que nosotros teníamos. El estar encima de una colina lo hace realmente espectacular y desde su torre cilíndrica hay unas vistas de Cesky de 360º. Es además el conjunto palaciego más grande del país tras el de Praga.
Terminamos el día tomando unas cervezas en una taberna, con música de fondo claro, esta vez un joven desde un portal repasaba grandes éxitos de los años '90. Mientras, yo no podía evitar seguir alucinando con lo rápido y lo tantísimo que beben los checos, aquéllas jarras enormes desaparecían en dos sorbos y a nosotros nos miraban sonriendo al vernos tanto tiempo con la misma cerveza.
Por la noche merece la pena volver a caminar por los mismos lugares, todo es diferente. Otra luz envuelve las calles desiertas y los bancos vacíos invitan a sentarte cerca del río para escuchar el rumor del Moldava y ver la luna.
7 Comments
¡Qué buena pinta tiene este pueblo! Precisamente a finales de Noviembre nos acercaremos hasta Praga una semana pero aún no tengo decidido si quedarnos todos los días allí o hacer alguna visita a alguno de los pueblos (Cesky era uno de los candidatos). Me voy a hacer un repaso de los post que tienes por aquí de la República Checa ya mismo, que me vienen de perlas 😀 Un besote!
Qué belleza de lugar!
Al ver la segunda postal quedé prendido. Muy bello!
Abrazos y que sigan los buenos rumbos!!!
El pueblo es muy acogedor 🙂 muy bonitas fotos. Sin duda le haré un espacio a este lugar y no solo me quedare con Praga 😀 a ver cuando!
Y el shock ha de haber sido enorme al ver a Mr Lee hahaha totalmente inesperado XD
Saludos!
Sin duda es una de las ciudades más bonitas de la Rep. Checa y probablemente de Europa. Como bien dices pasear por ella de día o de noche es una maravilla.
Muy bueno lo del coreano, no me extraña que te quedases descolocada jejejejeje.
Un abrazo grande
En mi última visita a Praga tenía pensado visitar este pueblo y al final no pudo ser, así que es como una espinita clavada que un día me tengo que sacar.
Tu descripción y tus fotos me han dado una envidia increíble y más ganas de visitarlo de las que ya tenía.
Un saludo!
A nosotros nos encantó.
Tiene un halo alrededor que la hace especial. Es castillo por dentro es una pasada, tenía hasta un teatro completo.
Saludos viajeros
Nos quedó mucha pena no tener más tiempo para visitar el castillo por dentro, había leído lo del teatro y tinene que ser impresionante.
Pero ya sabes, siempre hay que dejar algo para tener que volver 😉
Un saludooo!!!