Elegimos uno de los fines de semana más caluroso para ir a Ourense. Pero una no puede ver a Adam Bomb todos los días y después del conciertazo que habíamos visto de él el verano anterior en Foz, no quería perdérmelo aunque fuese a 40 grados. Por eso y por el precioso recorrido del tren con Miño incluido no me canso de volver a una ciudad realmente bonita.
Desde la estación de autobuses fuimos caminando mientras buscábamos la calle del hotel en el que nos alojaríamos. Esta vez elegimos el Hotel Miño, sólo sabía que estaba en el centro pero su foto de perfil en una red social, me dio muy buen rollo y sin leer ni opiniones ni comentarios decidimos probar.
Y la verdad es que el acierto fue total. Detalles como que te reciban por tu nombre o que hagan caso a los comentarios como habitación piso alto por favor , no los disfrutaba desde hacía tiempo. El Miño resultó de esos lugares con trabajadores contentos, a los que les gusta lo que hacen, con recepcionistas que te ofrecen un mapa, indican lugares interesantes y sonríen.
Subimos al tercero y por una vez nos acordamos de hacer algunas fotos de la habitación antes de tener todas nuestras cosas desparramadas. Algo que curiosamente no tardamos nada en hacer, en ocasiones no pasan más de diez minutos y ya parece que llevásemos allí tres días. La habitación era grande, con mucha luz y un ventilador con poco feng shui, pero muy acertado para las noches de calor orensano.
Lo mejor fue cuando al salir al balcón de nuestra habitación vi uno de mis edificios favoritos de la ciudad, que sin dudarlo compraría si algún día me tocase una loteria a la que no juego. De nuevo Tim Burton vino a mi mente y me imaginé a Jonny Deep caracterizado de vaya usted a saber quién, detrás de alguna de aquellas tristes ventanas.
El Café Auriense, al que iríamos esa noche, estaba allí cerca. Otro punto positivo para el hotel porque es un local en suelen hacer conciertos interesantes.
En la cafetería del hotel tomamos unas cañas y unos bocadillos y tras descansar un rato, nos fuimos caminando hacia la Praza do Correxedor (Plaza del Crregidor), donde nos recibía el siempre serio Otero Pedrayo, la iglesia y el colegio de las Carmelitas, además de unas excelentes vistas de la catedral..
El concierto no empezó puntual, desde la terraza del café los veíamos ir y venir. Adam y sus dos músicos, entraban en el portal contiguo con la ropa en la mano y salían convertidos en estrellas del escenario. La furgoneta blanca con un cuenta kilómetros que ya había perdido la cuenta esperaba paciente y mal aparcada.
Empezó la música y todo se transformó, como cuando dan las doce en el cuento de Cenicienta. El despeinado Adam se convirtió en un atractivo príncipe de traje negro aterciopelado, olvidando toda timidez y envolviendo a los pocos, pero entregados, asistentes en un espectáculo que vería una y mil veces. Es de esas personas que tienen algo especial y creo que solo agarrado a su guitarra y medio oculto entre tantas luces es capaz de disfrutar y conseguir que el público disfrute con él.
Por alguna razón, cuando bajó del escenario al terminar el concierto, se dirigió a mí y me dio la púa con la que había estado tocando. Y por alguna otra razón, antes de que volviese a subirse a su viejo carruaje para conducir durante toda la noche, me acerque a él para darle un enorme abrazo. Y se quedó muy quieto, como si se fuese a romper, entre los rebeldes rizos negros sus ojos sonrieron un poquito y con un tímido gesto entendí que lo agradecía.
Tomando unas cervezas, en uno de los locales de la zona vieja, pensaba en toda esa gente que apuesta por lo que realmente quiere, sin importarle demasiado las consecuencias y sobre todo sin hacer caso de quienes intentan impedirlo. Por músicos que se pasean por el pueblo en chanclas, que no dudan en compartir mesa y desayuno. Músicos que se dejan horas y sueño en la carretera, por tocar en pequeños locales con medio aforo, sin camerinos ni chorradas de artista.
Y sobre todo, por aquellos que no se venden, que ni siquiera buscan el reconocimiento popular, porque este tipo, mi querido Adam Bomb, podría haber tenido otra vida, rodearse de nombres, recurrir a viejas amistades, ir de estrella por la vida y envejecer a base de cirugía y programas del corazón.
Pensando en todo ello llegamos al hotel Miño, charlamos un rato con el recepcionista de noche y comprobamos dos cosas: que eran todos super majetes y atentos, y que las redes sociales nos desvelaban coincidencias y conocidos comunes que hizo que estuviésemos como en casa.
La cama era tan cómoda que nos prometimos apuntar el nombre del colchón al levantarnos. Al día siguiente quería despertarme temprano y dar una vuelta por Ourense antes de que hiciese calor y de coger el tren que nos llevaría de vuelta a Vigo.
Así nos dormimos, tatareando el tema de Siniestro y pensando que a veces las primeras impresiones o un simple nombre funcionan. En este caso, acierto total llamándose Miño y con esa foto, el hotel tiene que estar bien. Le faltaba una prueba de vital importancia para mí, para poder incluirlo en mi lista de favoritos: el café. Pero para eso habría que esperar al día siguiente, ésa es otra historia.
15 Comments
Ourense es una ciudad preciosa que he tenido la suerte de visitar. Saludos
Nosotros vamos a menudo por tenerla cerca y siempre descubrimos cosas nuevas 😉
Un saludo!!
Qué bonito Maruxiana… pero confiesa, ¿con que recuerdo te quedas? ¿la vista desde la habitación? ¿la pua? ¿o acaso ese abrazo espontáneo?
Bss
Gracias Cris!!!
Pues lo tengo muy claro, me quedo sin duda con el abrazo.Yo soy mucho de actuar por impulso y creo que si la gente abrazase más y mostrase sus sentimientos, seríamos todos más felices. Será una tontería pero lo vi tan solo que tuve que hacerlo y también fue mi forma de agradecerle que siga manteniendo su sueño y regalándonos buenos conciertos.
Aunque el “momento pua” no lo olvidaré 😉
La vista desde la habitación espero vover a tenerla porque volveré a seguir redescubriendo Ourense y repetiría en el hotel encantada 🙂
Un besazo!!
Esos abrazos, creo que ahora los añoramos más que nunca, llevamos toda la vida dando importancia a cosas que realmente no la tienen, y la vida al final nos pone en nuestro lugar. Hemos abrazado poco, y mucho menos por impulso. A ver si todos aprendemos a dejar fluir nuestros sentimientos y a ser con ellos un poco más impulsivos, creo que como bien dices, el mundo sería mejor si entre todos repartimos más amor.
¡¡¡UN ABRAZO!!!
Se nota que lo pasaste genial y que buena anécdota lo de la púa de la guitarra!!! He estado en Galicia, pero nunca he visitado Ourense, me apunto el hotel para cuando vaya por allí.
Un saludo.
La verdad que sí Esperanza, me quedé bastante #depiedra cuando me dio la púa, será de esas anécdotas para contar cuando sea viejita…jajaja
Te recomiendo Ourense sin duda, se come genial, tiene una zona vieja preciosa, termas de las que no querrás salir…Si no me equivoco desde el mismo hotel en el que nosotros estuvimos hay autobuses, tengo que probarlo para contaroslo la próxima vez que vayamos 😉
Saludos!!!
Que genial !!!
El encanto de viajar es eso, no? Pequeños momentos que sumados todos al regreso hacen que esa escapada que uno ha vivido, sea inolvidable!!!
Lindo lugar… buen momento!! resultado final.. FELICIDAD!
Saludos.
Hola Lilián,
Gracias por tu comentario 🙂
Totalmente de acuerdo. A veces no hacen falta grandes cosas para tener esos momentos de felicidad.
Un abrazo.
Cada viaje nos cambia a través de las experiencias, y veo que en este viaje viviste muchas. Muy bello alojamiento, lo voy a tener en mente si visito la ciudad. También da gusto ver que disfrutaste de los pequeños momento, como una tarde de café o un concierto…
Gracias por compartirlo!
Muchas gracias a tí por el comentario ALejandro 🙂
Creo que son esos pequeños momentos los que dan mucho más valor a un viaje o una visita a cualquier ciudad.
Sin duda deberías apuntarte visitar Ourense, muy buena comida, una zona vieja muy bonita, increíbles termas…El hotel fue todo un acierto, céntrico, cómodo y con gente muy agradable,sí es de los que recomendaría y eso que soy bastante quisquillosa 😉
Un saludo viajero!!!
Con ganas de repetir visita por la ciudad y probaremos el Miño, no lo conocía, gracias!!
Siempre es bueno volver a Ourense Alma 🙂
El hotel lleva mucho tiempo pero ha cambiado de gerencia hace unos meses y lo han dejado muy bonito y práctico. Perfecto para una escapada!!
Música y turismo, una muy buena combinación que practico poco. Sin embargo, deporte y turismo, mucho más.
Cualquier combinación si lleva viajar incluido es buena Jordi!! La verdad es que entre festivales y conciertos he descubierto pueblecitos, sobre todo en Francia, que de otra forma no hubiesen aparecido en mi mapa 🙂
Buscando ya los próximos para volver a Ourense, me encantó!!