El vuelo a Katowice salía a las 15,20, la pequeña localidad polaca fue la elegida por sus vuelos de bajo coste para iniciar nuestro viaje por Polonia. Teníamos unas horas en Barcelona, pero no las suficientes como para bajar al centro. Así que nos fuimos a nuestro bar secreto en los alrededores del aeropuerto, a tomar un café para recuperarnos del madrugón.
Cuando aterrizamos en Polonia estaba ya oscuro. Eran poco más de las seis de la tarde, y bajando la escalerilla del avión agradecimos el frío ya que el calor durante el vuelo habia sido exagerado. El aeropuerto está en Pyrzowice, es pequeño y el control escaso así que no tardamos en salir. En el exterior vimos varias paradas de transporte público para Cracovia, Varsovia o Katowice, a 30 kilómetros.
Llévabamos reservadas dos plazas para ir hasta la estación de tren de Katowice. Algo que no solemos hacer, pero tras la experiencia de dar vueltas en Budapest, de noche el invierno anterior, buscando nuestro barco-hotel, no quería repetir. Papel en mano y por gestos nos entendimos con el conductor y subimos a la furgoneta porque el frío ya no se agradecía tanto.
Ya en la estación tuvimos la suerte de tener a nuestro lado a Dominika, con ella y su pareja Raúl, no paramos de hablar durante el trayecto desde el aeropuerto, nos ayudó a comprar el billete correcto para llegar a Oswiecim (en alemán Auschwitz). Porque entender aquel panel de horarios y destinos era algo complicado.
Fue súper amable, llamando incluso por teléfono a su hermana para que consultase si era cierto que había tren directo hasta donde pasaríamos la primera noche. Tras despedirnos y quedar en vernos en Portugal, estuvimos haciendo tiempo ya que nuestro tren salía a las 20,45.
Como nos había dicho nuestra primera amiga polaca, los baños en la estación eran de pago así que allá que me fui con mis nuevos zlotys. Durante el viaje por Polonia comprobamos que cuanto más en el norte estuviésemos más caro era ir al baño. Había también varios locales de comida con riquísimos y enormes bocadillos por menos de 3 euros.
Intentamos memorizar algunos nombres y palabras en polaco mientras esperábamos, pero era realmente difícil, creo que por el exceso de consonantes. Así que para asegurarnos le preguntamos al revisor del tren antes de subirnos si íbamos en dirección correcta. Afirmó con la cabeza sin más. Sabríamos cuál era nuestro destino por la hora (a las 21,38 nos dijo Dominika) ya que no se anunciaban las paradas, en nuestro vagón solo viajaba un chico que se bajó a los diez minutos y al revisor no lo vimos más.
Muy puntual, el tren se detuvo en Oswiecim, las cuatro personas que se bajaron desaparecieron de la misma forma que habían aparecido, sin apenas darnos cuenta. El edificio de la estación apenas tenía luz y no había nadie a quien poder preguntarle cómo llegar hasta el alojamiento que teníamos reservado.
Fuera todo era igual de oscuro y sin vida, solo vimos a una chica que esperaba en la parada del autobus. Nos debió ver cara de perdidos y tras decirnos en inglés que no conocía el nombre del hotel, no dudó en llamar por teléfono para preguntar aunque con idéntico resultado. Su solución era que cogiésemos el bus hacia el centro y allí quizá alguien sabría. Otra vez de la nada apareció un taxi, el señor con cara de sueño me dijo por gestos que sí y me esribió la cantidad de zlotys en el papel con el nombre de la calle del hotel.
No habló ni nos miró durante todo el camino, se detuvo, le dimos el dinero y se fue por unos callejuelos. Nuestro alojamiento resultó ser una casa de huéspedes en la que no había nadie, a pesar de haberle enviado un mensaje advirtiéndole que llegaríamos tarde, al señor no le apetecería esperar y nos dejó nuestra primera noche en Polonia en la calle.
Creo que mis enfados en estas situaciones cada vez duran menos, pero mis cuatro palabros y demás no me los quita nadie, así que después de soltar sapos y culebras, nos pusimos la mochila al hombro y nos aventuramos a encontrar un sitio para dormir en Oswiecim. Menos mal que no llovía pensé, pero el frío era espantoso. Mientras caminamos me vino a la cabeza el comentario de Dominika cuando le contamos nuestros planes: ¿Ah...pero hay hoteles? Todo el mundo se queda en Cracovia y va desde allí a Auschwitz. Preguntamos en el único sitio que vimos abierto, un restaurante del que salía un olor riquísimo, y el hombre nos apuntó algo en un papel.
Buena señal me dije, nos mandaba al Hotel Galicja, así que con ese nombre seguro que estaba bien y nos quedábamos. Tardamos un ratillo, caminando por la Generała Jarosława Dąbrowskiego, una avenida que no se terminaba nunca hasta encontrar un enorme y precioso edificio. Vale, tenía toda la pinta de ser carísimo pero igualmente entramos a preguntar o esa era nuestra intención porque allí, para variar, tampoco había nadie. La única opción era un ascensor que indicaba que en el primer piso estaba la recepcja o recepción, allí que subimos para encontrarnos con un pasillo infinito lleno de habitaciones, con unas butacas que invitaban a quedarse.
De hecho lo pensamos: sentarnos y esperar a que nos encontrasen a nosotros porque aquéllo era como un laberinto. No recuerdo cómo llegamos a la recepción y tanto tour para nada porque no tenían habitaciones. Así que con el nombre de otro hotel apuntado salimos, esta vez por otra puerta distinta a otro patio distinto, para continuar la búsqueda.
Cuando la recepcionista del Olimpijski nos dijo que sí tenían habitaciones casi le doy un beso. Pagamos los 170 zlotys (40 euros apróximadamente) que incluían desayuno y subimos ya con nuestras últimas energías.
Quería una ducha bien caliente y comer los ricos bocadillos que habíamos comprado. Al día siguiente teníamos pensado conocer Oswiecim y su tristemente famoso campo de concentración. Había oído, visto, leído tantas opiniones que tenía mucha curiosidad por conocer un lugar con tanta historia.
Sería tan impactante como decían unos, un parque de atracciones como lo definían otros. Me acosté pensando en ello, en si sería de esos lugares que recuerdas siempre viajes a donde viajes después, intentando eliminar de mi cerebro todo tipo de prejuicios e ideas del cine, los libros o lo que había estudiado. Menos mal que el fantástico edredón y el silencio del lugar hizo que no tardase demasiado en dormirme.
13 Comments
¡Jolines vaya aventura! ¿Pero cómo os dejaron en la calle si ya habíais avisado? ¡Ya les vale!
Menos mal que encontrasteis otro hotel, encima con ese nombre da buen rollo.
Yo tampoco sabía que te podías quedar en Oswiecim, nosotros también fuimos desde Cracovia, pero parece muy buena idea para ahorrar tiempo y dinero.
Por cierto, el bar secreto de Barcelona… ¿cuál es? 😉
Lo has escrito tan interesante…
De verdad muy pocas veces leo un post como este.
Quiero saber cual es el bar secreto! Muy buen post. Saludos
Qué cosas te pasan Maruxaina…. pero al final tus historias siempre acaban bien afortunadamente. Me ha llamado la atención lo del precio de los baños, es algo que no recuerdo de cuando fui a Polonia. Lo mejor lo de que vayan subiendo cuando más al norte vayas… Cosas curiosas.
Un abrazo
Pues sí…pero cómo tú dices, no sé cómo hacemos que siempre acaba todo bien 🙂
Me quedé con ganas de seguir descubriendo el país, seguro que tiene muchas más cosas curiosas!
Un beso y nos vemos pronto!!
Me tienes que contar cuál es ese bar secreto del aeropuerto de Barcelona jajajaj yo no conseguí memorizar nada en polaco, ¡me parece dificilísimo! Pero vamos que tampoco es que haya estado mucho tiempo, sólo en Varsovia 24 horas de escala de vuelta de Pekín, así que tengo que volver porque lo poco que vi me gustó. Seguiré atenta a tus entradas a ver cuál es tu percepción de Auschwitz, siempre dejas la intriga para la siguiente 😉 besitos de patri la cosmopolilla
Sí!Léi tu entrada sobre Varsovia, justo dónde nosotros no fuimos! Yo también volvería porque creo que es un país que tiene muucho por descubrir.
La entrada de Auschwitz ya está publicada, por si quieres pasarte 😉
Un beso!!
Menuda odisea!! Que bien que al menos encontraseis una cama confortable para descansar ante un día que se presenta durillo…
Pero yo me he quedado con la duda del bar secreto!! Ya te lo preguntaré por privado cuando vuelva a tener una escala en la ciudad condal 😛
Un saludo viajero!
Hola Diana,
La verdad es que sí fue una pequeña aventura aquella noche. El bar secreto tras las obras del aeropuerto y la entrada de metro ya ha perdido todo el secretismo y “encanto”.
Un saludo guapa.
Muy útil tu información para cuando vayamos a Polonia, sin duda tiene que ser espectacular.Un abrazo!
Gracias chicos!!
Es un país muy recomendable 🙂
Un saludo!!
Te aseguro que Auschwitz de parque de atracciones no tiene nada, la verdad que la sensación al visitarlo es escalofriante (sobre todo si vas con un buen guía).
Gracias por tu comentario Europeos Viajeros,te invito a que leas nuestro post sobre Auschwitz.
Un saludo.