Sinceramente este año no me apetecía demasiado ir al Hellfest. Pensaba en mucha gente, un calor exagerado y un cartel en el que no tenía a ningún súper favorito. Pero era la décima edición del festival, Clisson es un lugar al que no me canso de volver y tenía el gran aliciente de no saber cuál sería el pueblo que descubriríamos en nuestra última noche en Francia.
Como el año anterior, nuestro vuelo de vuelta a casa, salía el martes de La Rochelle, un bonito pueblo de la costa atlántica francesa. Fue nuestra primera opción, pero el alojamiento estaba carísimo en pleno verano. Así que cambiamos de plan para conocer un sitio que teníamos pendiente. Solo había que cruzar un puente, nos íbamos a Île de Rè.
En la Oficina de Turismo de La Rochelle, aluciné porque eran cuatro personas atendiendo al público, nos aconsejaron alquilar una bici para conocer la isla. Con mapas y folletos de Île de Ré salimos al calor, pero ya casi sin notar el cansancio acumulado. La incertidumbre y las ganas de recorrer la isla que habíamos conocido en fotos nos habían dado nuevas energías.
Île de Ré ocupa unos treinta kilómetros de largo por unos cinco de ancho. En la época romana eran tres islas pero el paso del tiempo y del hombre la convirtieron en una. Pertenece a la región de Poitou-Charentes y está formada por diez pueblos: Saint-Clément-des-Baleines, Saint Martin de Ré, Sainte-Marie-de-Ré, Loix, Ars-en-Ré, La Couarde-sur-Mer, Le Bois-Plage-on-Ré, La Flotte, Rivedoux-Plage y Les Portes-en-Ré.
Como apenas teníamos 24 horas, decidimos no estresarnos intentando conocer toda la isla. Después de cuatro días de festival solo teníamos claro que queriamos un sitio tranquilo, con mar y una buena cama. Aprovechando el wifi de un café enfrente de la estación de tren de La Rochelle (en el que tuvimos que comprar algo de comer para poder beber, algo que no entendí muy bien), y sin buscar demasiado reservamos el alojamiento.
Encontramos Les Fougères un camping pero de casitas, alejado del centro pero no demasiado, con alquiler de bicicletas y piscina. Al fantástico precio de cincuenta euros, que para ser Francia y en junio no estaba nada mal.
El autobús a Île de Ré cuesta 5 euros, es la línea 3 y puede cogerse delante de la estación de tren o en la Place Verdun. Tiene varias paradas en la isla, nosotros nos quedamos en el primer pueblo una vez cruzado el puente: Rivedoux-Plage, rebautizado al momento como Rivendel. El conductor del autobús, súper majo, nos indicó que debíamos bajarnos en la avenida Jules Ferry y desde allí coger un pullman gratuito al camping. Faltaba más de una hora para el siguiente y como el camino era bordeando el paseo de la costa no tuvimos duda. La mochila parecía que pesaba menos con el aire fresco, el olor a salitre y lo bonito que era todo lo que nos rodeaba.
Hicimos parte del camino con una mujer australiana que arrastraba una enorme maleta. Al llegar cambiamos el francés por el gallego porque cosas de la vida…el establecimiento era de un portugués. La sensación al momento era como estar en familia, nos registramos, compramos el vino típico del lugar y ocupamos nuestra casita rodante.
Me hubiese quedado allí tirada, en el sofá, cama o piscina porque realmente tenía el cuerpo reventado, sueño y ganas de no hacer nada. Un vino, un poco de lectura y oír pájaros hubiese sido un plan prefecto, pero cual fue mi sorpresa al salir de la ducha, que una bici me esperaba y mi querido compañero de viaje también, con una enorme sonrisa a la que era imposible decir que no.
Con el argumento de que si había superado el tráfico en Camboya podría ir sin problema por este idílico y tranquilo pueblo, me subí a la bici con mi camiseta de rayas a lo Javi de Verano Azul (aunque yo era de Pancho) y me di una vuelta por el camping antes de salir a descubrir nuestro Rivendel.
Lo bien que lo pasé es decir poco. Fue uno de esos días que se convirtieron en favoritos. Nuestro destino era una fortaleza que habíamos visto al cruzar el puente y salvo un pequeño trayecto en el que hay que ir por carretera, en el que yo iba más tiesa que el palo de una escoba y añoraba los elefantes con los que me cruzaba en Siem Reap, el resto es por carril bici y recorriendo la costa. Los ciclistas que nos cruzamos nos saludaban con una sonrisa o un bonjour, el paisaje era tan bonito que ya no sentía el dolor de rodilla (no tengo edad de tanto festival) y hubiese pedaleado con gusto por toda la isla.
Pedaleando llegamos a Le Flotte, considerado uno de los pueblos más bonitos de Francia. El Fort de la Prée me recordó a la fortaleza de Valença, aunque la francesa tiene algunos trozos en ladrillo que la afean bastante. Tras una breve charla con la amable chica que atendía la caseta de los tickets-información, paseamos por el exterior caracterísitico por su forma de estrella. Además de por su forma, el Fort destaca por sus muros semi circulares y por el puerto integrado que permitía el acceso directo a la capilla para mayor seguridad del rey.
Un cartel indicando que estábamos ante un búnker alemán era un buen comienzo, la isla fue uno de los puntos de refuerzo nazi en la 2ª Guerra Mundial. Île de Ré formaba parte del Atlantikwall, el plan de defensa de Hitler para evitar que los Aliados invadiesen Europa desde Gran Bretaña.
Como el original de 1625 era pequeño se amplió con un recinto fortificado exterior, obra que el Marqués de Vauban mandaría luego deshacer. Cuando se construyó la citadelle de Saint Martin de Ré, quedó relegada a un papel secundario pero esta fortaleza siempre tendrá el privilegio de ser la más antigua de la isla.
Al pasar el enorme portón de madera el interior me decepcionó un poco, un patio rodeado de varias estancias, la mayoria de ellas cerradas y nada que llamase la atención. Pero al entrar en la Capilla la cosa mejoró: los bancos de madera, la cruz, el libro de firmas…Detalles que transmitían una historia, de la que no tenía ni idea y que estaba deseando descubrir.
Ya nos íbamos cuando vi una pequeña lateral en la sala que tenía la sorpresa final: ¡¡disfraces!! Casacas y sombreros con plumas, colgaban algo tristes en una sala con carteles explicativos sobre los mosqueteros y Dartagnan. Ya os podéis imaginar lo que tardamos en vestirnos y montar el teatrillo. Lástima que el sitio cerraba porque me hubiese recorrido el recinto con aquel atuendo sin dudarlo.
Alejandro Dumas escribió un capítulo de Los Tres Mosqueteros inspirado en el asedio de La Rochelle (1627-28). En éste el cardenal Richeliu, enviado por su rey, Luis XIII, tuvo que poner orden y luchar con los hermanos Rohan para recuperar la isla. Y no, no son personajes del El Señor de los Anillos, sino dos duques hugonotes que se resistían al catolicismo del monarca.
Subí a la bici con pena de dejar aquél lugar pero eran más de las seis y en Francia todo cierra más temprano. Seguimos el camino que nos llevaría a la Abadía de Chateliers, o más bien a sus restos, apreciables cuando cruzas el puente hacia la isla. Su situación cerca del mar y rodeada de campos verdes hace que esas piedras, como nos dijo un paisano del lugar, tengan un encanto especial.
Las tierras fueron ofrecidas a los monjes cistercienses en el siglo XIII por el señor de Ré para su construcción. Apenas queda la fachada principal y parte de las paredes, los asaltos ingleses y un incendio hizo que fuese abandonada en 1574, siendo sus piedras empleadas en la cercana fortificación de Prée.
Terminaba nuestra visita, empezaba a refrescar y aún teníamos que buscar un súper ya que nos apetecía cenar en nuestra mobilhome. En las terrazas del puerto de Le Flotte ya cenaban y las tiendas de souvenirs cerraban sus puertas aunque nos dio tiempo para colarnos a comprar unas postales y alucinar con lo caro que era todo. Pero el pueblo…¡Es tan bonito! Nos adentramos en callejuelas desiertas, casitas blancas, muchas flores, detalles marineros en puertas y ventanas…Un precioso decorado en un marco inmejorable.
Con la compra en la cestita de la bici volvimos a casa. Nuestra cena fue de lo más internacional ravioli de ricotta, nodles con olor al chiringuito de Phnom Penh, una ensalada con queso griego y vino francés.
La radio nos acompañó el tiempo justo porque no tardamos en dormirnos. Terminaba nuestro ya clásico viaje a Clisson, que una vez más había hecho que descubriésemos Île de Ré. Ya uno de mis lugares favoritos de Francia.
Casualidades de la vida, leyendo sobre la historia de la isla me enteré que aquí se rodaron escenas de la película El día más largo, sobre el desembarco de Normandía. Años después una de las bandas míticas del Hellfest, Iron Maiden, hacía un tema con el mismo nombre. Música, historia y viajes volvían a unirse en un pueblo con olor a lavanda y mar.
19 Comments
Sabes que una bicicleta nos encanta. Si además le sumas escenarios de la Segunda Guerra Mundial, mosqueteros y una isla por donde pasear tranquilamente te has ganado un 10, no un 20.
Lo único que me queda es preguntaros: ¿Llevaba algo debajo del mandil mosquetero?
Ahora nos dejas con ganas de ir allí.
Hola guapa!
No conocía Ile de Rè, vamos ni había oído hablar, y ahora está en nuestra lista de pendientes en Europa. Nos encanta este tipo de lugares: poco conocidos, junto al mar y llenos de historia y curiosidades.
Entre el búnker de la Segunda Guerra Mundial y esa abadía en ruinas… imposible resistirse! Y el disfraz de mosqueteros ha acabado de conquistarme jeje.
Me ha encantado vuestro alojamiento también, qué cuco! Anotado para cuando vayamos 😉
Ayyy pero vaya maravilla, la verdad es que cada vez que te leo me apetece ir por donde has ido, sobre por la manera que tienes de relatarlo que hace que los lugares sean todavía más bonitos. Me ha encantado el recorrido, el día, la fotos, hacer el recorrido en bici a pesar del cansancio y verte vestida de mosquetera jajajjaja. Me lo apunto, pero de verdad de la buena. Un abrazo
[…] la costa hay pequeñas islas (como la preciosa Ile de Ré) y es el lugar ideal para los amantes de las piedras: iglesias románicas y restos romanos, en […]
Hay que visitarlo,transmites relax!!
Te encantaría la isla Pepa. De lo más recomendable para desconectar unos días 🙂
Estuve en Ile-de-re hace ya bastantes años y aunque tampoco la recorrí entera si recuerdo esa sensación de sitio tranquilo, que ahora me vuelven a la memoria con tus fotos. Muchas gracias.
GranPumuki
Ha sido un gran descubrimiento Gran Pumuki. Seguro que volveré en cuanto encuentre un vuelo baratillo aunque sea un fin de semana 😉
Un saludo!!
Qué bonitas fotos. Nos encantaría hacer esa ruta en bici. 🙂
¡Y vaya mosqueteros más intrépidos! xD
¡Un saludo! 🙂
Jajaja…lo bueno hubiése sido hacer la ruta en bici vestidos de mosqueteros 😉
Os recomiendo la visita sin duda chicos!!
Saludos viajeros 🙂
Pero qué guapetes que salis en las fotos!! Me ha encantado el post. Un ole por esas sonrisas que te hacen subirte a la bici aunque no tengas ganas de moverte del sofá!!
Que lugar mas bonito, no tenia ni idea de su existencia, las fotos me encantan, transmiten muchísimo relax. Después de la caña de un festival, lo mejor es relajarse así. Saludos Viajeros!!
Hola Almu,
Pues sí que fue el mejor plan sin duda 🙂
La isla la conocimos de casualidad y nos enamoró, de hecho hemos estado de nuevo este verano conociéndola un poquito mejor.
Si puedes no dejes de visitarla.
Un saludo.
Últimamente estoy viendo muchos artículos sobre la Isla de Ré en Francia, nosotros estuvimos cerca pero al final no la visitamos y ahora que estamos pensando volver por Francia, queda apuntada en la ruta esta isla. Saludos!!
Os gustaría Belén. Es perfecta para desconectar unos días. Cuando volváis por esa zona de Francia no lo dudes.
Un saludo.
Aiii me encantas!! En tus fotos y post radias alegría y eso me gusta. Además Francia, es Francia. La zona que nos cuentas la conozco de oídas, pero sé de muy buena tienta que es preciosa. Tendría que ir, pero no me da para todo. Gracias por compartilo con nosotros, así la envidia se apodera de mí jajaja Besos guapa
Muchas gracias Miryam 🙂
Disculpa el tremendo retraso en responder! La zona es muy muy bonita, perfecta para desconectar. Recién estuvimos de nuevo a principios del verano e Ile de Ré me enamoró aún más.
Un abrazo grande guapa.
Menuda sensación de tranquilidad. Ya veo que te va el slow travel! La verdad es que es una zona que desconozco, de manera que seguiré tus posts sobre la zona.
Un beso guapi!
Hola Jordi,
Pues no te creas que soy muy slow travel, pero después de varios días de festival era el mejor plan sin duda. La isla es preciosa, perfecta para ir en familia y disfrutar de la tranquilidad y de muchas actividades. Os gustaría seguro 🙂