Quien me conoce un poco sabe que Marruecos es un país especial para mí. Desde nuestra primera visita a Marrakech, hace ya ocho años, me encanta seguir conociéndolo, aprendiendo de su gente, acercándome a su cultura y enamorándome un poquito más de sus colores.
Marrakech fue la primera ciudad que visitamos y suele ser la elegida por la mayoría de quienes deciden visitar el país. Una de esas ciudades que no deja indiferente a nadie, de la que es muy fácil enamorarse, pero con la que también podrás enfadarte cansado de tantos encantos y palabras zalameras. Marrakech es para vivirla, para recorrerla a pie, sin prisa y con ganas de hablar.
Todas las plazas son lugares concurridos, con vida y actividades, el punto de reunión y encuentro del pueblo. En el caso de la plaza Jeema-el-Fna de Marrakech se da todo ello, al máximo exponente, con funcionamiento casi durante las 24 horas y con el atractivo añadido de mantener algunas costumbres y juegos populares.
Por ello fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial por albergar en su triangular espacio un genial teatro al aire libre. Lugares para probar la gastronomía tradicional marroquí, escuchar música bereber o algún poema o narración que no se olvidan gracias a la tradición oral.
Por el día tatuadoras de henna, puestos de zumos, adivinadores, bailarines de musica gnawa ocupan este símbolo de la ciudad. Al atardecer los colores cambian y aparecen los fogones, grandes tarteras y largas mesas donde comer caracoles, pinchos de carne, arroz o verduras a la brasa. Los jóvenes de bata blanca que trabajan en los restaurantes móviles no dejarán de sorprenderte con ocurrentes frases, adivinando al instante tu procedencia y sacándote más de una sonrisa y quizá que elijas su número de local, que repetirán hasta la saciedad, para que te sientes a recuperar energías.
Piérdete por la Medina.
Una de las cosas que más me gusta de Marrakech es que en cada visita descubro nuevas callejuelas y recovecos en su Medina. Reconozco que al principio puede agobiar porque es complicado orientarse, es bueno tener memoria visual y quedarse con detalles. Aunque las calles cambian, llenas de vida durante el día, por la noche, las persianas cerradas hacen que todo parezca igual. Así que lo mejor es dejarse llevar porque tarde o temprano acabarás llegando a la plaza Jma. Sino siempre habrá alguien dispuesto a acompañarte a cambio de algún dirham.
La Medina está dividida en sectores profesionales, pudiendo ver cómo se trabaja el hierro o la madera. Mención especial merece el Barrio de los Curtidores, al que es recomendable llevar hojas de menta. El olor de las pieles y productos usados para trabajarlas es fuerte y al salir uno valorará más los coloridos bolsos y cinturones de piel. Paseando por la Medina viajas al pasado, con técnicas y métodos que quizá vimos a nuestros abuelos. Auténticos artistas incluso del reciclaje, encontrando objetos de lo más curioso hechos con antiguos neumáticos.
Oscuros callejones esconden riads de cuento donde poder soñar tras un largo día. Y los puestos de comida son una muy buena opción para probar algún plato nuevo o picar algo mientras seguimos descubriendo el encanto del que fue un gran centro político, económico y cultural. La Medina es un lugar perfecto para entablar interesantes charlas con locales y probar el arte del regateo, otra de las cosas que hay que hacer en Marrakech.
Visitar sus palacios.
En Marrakech podemos visitar dos palacios: el Bahía y el Badi. Dos muestras del importante pasado de una de las cuatro ciudades imperiales de Marruecos. Junto a Fez, Meknes y Rabat, son llamadas así porque han sido en algún momento de la historia capitales del reino, eligiéndolas la dinastía de turno para ser su sede monárquica.
El Palacio el Badi fue construído para conmemorar la victoria sobre los portugueses, tras la Batalla de los Tres Reyes, que tuvo lugar en la bonita Assilah.
Debió ser impresionante ya que su nombre significa el Incomparable y se cuenta que las estancias estaban decoradas con oro, mármol de Carrara, piedras preciosas y cristal.
Aunque está en ruinas su gran patio, las más de 300 habitaciones y sus murallas nos recuerdan que a finales del siglo XVI fue la residencia del sultán Ahmed al-Mansour. Trabajadores y artistas artesanos venidos de Italia y Francia con un objetivo común: hacer el palacio más lujoso de Marruecos.
Lástima que a la siguiente dinastía le diese por destruírlo y sus riquezas fuesen repartidas por otros palacios del país. El pasado 2016 el Badi cerró por reformas y actualmente las cigüeñas son su inquilinas, vigilando desde sus nidos en la muralla a todo el que llega a la ciudad.
Mi favorito es el Palacio Bahia, cerquita del anterior y construído siglos después bajo el mandato del sultán Abdelaziz Si Moussa. Éste fue añadiendo terrenos a la antigua residencia de su padre hasta crear un espacio de ocho hectáreas de jardines y estancias de ensueño.
El Palacio pasó después a manos de un esclavo negro que llegó a visir (Abu Bou Ahmed) quién siguió con sus mejoras, cambiando caña de azúcar por el mármol italiano que vemos hoy en sus pasillos. Cuenta la leyenda que se lo dedicó a una de sus mujeres, de ahí el nombre de el palacio de la Bella, refiriéndose a la hermosura de una de sus concubinas.
Sus increíbles techos, cuidadosamente trabajados, las puertas y ventanas pintadas con un detalle exquisito y la tranquilidad de sus jardines hacen que sea una visita para mí imprescindible. Un laberinto que no me canso de recorrer y un magnífico ejemplo de la arquitectura marroquí.
*Horarios: 9 a 16,30 todos los días excepto los viernes. *Entrada de Pago: 10 Dirhams el Bahia y 20 Dirhams el Palacio el Badi. *Cómo llegar: desde la plaza Jma buscar el restaurante Marrakchi y coger la calle Riad Zitou Jadid, siempre recto llegareis primero al Bahia y después al Badi. Están cerquita uno del otro y se puede llegar a pie fácilmente.
Saborear su Gastronomía.
Junto con Italia, Marruecos es uno de los países favoritos en cuanto a gastronomía. Sí hay comidas picantes y especiadas, pero no es la India y hay platos para todos los paladares. No puedes perderte en tu visita: el cuscus, el taijn, sus sopas y los dulces. Además la variedad de frutas hace que puedas disfrutar de riquísimos zumos (el de aguacate fue mi perdición los primeros viajes) y los curiosos pueden probar los caracoles en los puestos de la plaza.
Los carnívoros tienen para elegir cordero, ternera o pollo (los musulmanes no comen cerdo), con legumbres, veduras, dátiles o aceitunas como compañia. En plan rápido, además del conocido kebap, la kefta es carne picada condimentada que se come en forma de brochetas o en bocadillo. Entre los variados tayines que encontramos, el típico de Marrakech (y que Raúl te recomienda) es el tayín menrusia, de cordero con ciruelas y almendras.
En Marrakech encontrareis platos occidentales en muchos menús, así que también hay pizzas, pasta y hamburguesas. Aunque lo mejor está en pararse en los puestos de comida que hay por la Medina, volverse loco para elegir mesa en la concurrida plaza Jma o darse el lujo de cenar en Dar Essalam, el restaurante donde Hitchckock rodó El Hombre que sabía demasiado, con música y espectáculo en directo.
Marruecos es un pueblo muy hospitalario así que no son raras las invitaciones para comer. En la foto, uno de los días más bonitos de mis recuerdos marroquíes. Un cumpleaños con cantos bereberes y cuscus con verduras en la trastienda de un pequeño negocio de la Medina. Acabábamos de conocernos y no, ni compramos ni nos ofrecieron nada de su tienda. Simplemente compartimos un riquísimo plato hecho sin prisa y entre charlas.
Pasear por el Jardin Majorelle.
Majorelle me gustó más cuando leí sobre su historia. Visitamos el Jardín durante nuestro primer viaje tras ver unas fotos en las que el azul de la casa llamaba poderosamente la atención. Y también interesada en qué habría visto el modisto Yves Saint-Laurent para escoger este lugar como su residencia. El francés está enterrado en una parte del jardín, rodeado de verde y una tranquilidad muy alejada de la de los zocos.
Fue un joven pintor, Jacques Majorelle, quien tuvo el sueño de hacer un oasis en medio de la ciudad en los años '20. Enamorado de los colores de Marruecos, se quedó en Marrakech hasta que volvió a su Nacy natal donde falleció.
El jardín cuenta con muchas especies botánicas diferentes, preciosas buganvillas y un encantador bosquecillo de bambú. Una buena opción para escapar del bullicio de la Medina y relajarse un par de horas.
*Horario: 8 a 17.30. Consultar horarios para el viernes o Ramadán. .*Entrada de pago: 70 Dirhams los jardines. El Museo de Arte Islámico cuesta 30 Dirhams. *Cómo llegar: se puede ir caminando desde la Medina en dirección a la parte nueva de Marrakech. Poco más de dos kilómetros pero siempre en llano es un agradable paseo para conocer la parte más moderna de la ciudad.
Hamman y Herboristeria.
Terminar el viaje en un hamman es una buena idea en Marrakech. Dejarse mimar y zarandear en un ambiente relajado, en baños públicos frecuentados en su momento por la clase alta y herederos de las termas romanas. En los más lujosos, tipo spa, los precios son más altos y puede irse en pareja. Ya que en los tradicionales los hombres y mujeres lo usan de forma separada. Para conocer más sobre el tema aquí puedes leer la experiencia de los compañeros O Viaxadoiro, en un hamman en Marrakech.
Relajado y con una piel casi nueva qué mejor para seguir con mimos y cuidados que visitar una herboristeria. Uno de los sitios donde nosotros pasamos largos ratos aprendiendo sobre ungüentos, remedios y tintes. En la Herboristerie des Amis les cuentas tu problema y en alguno de sus infinitos botes tendrás la solución.
Resfriados, problemas de piel, ojeras, mal dormir, exceso de peso...en cada visita me vuelvo cargada de saquitos y bolsitas con raíces, piedras de cristal o el jabón para el gommage. Un exfoliante que te deja como nueva. Imprescindible ya en nuestro baño.
Aunque no seas de volver a casa lleno de recuerdos y regalos, en Marrakech te comprarás algo seguro. Así que si es la primera vez, debes saber que en Marruecos regatear es algo normal y cultural. No ofenderás a nadie por preguntar si bajan el precio, eso sí, asegúrate de querer realmente el objeto y aceptar la negociación si consigues el importe que has pedido.
Reconozco que al principio cuesta un poco, pero es parte del juego del negocio y todo un arte en el caso de los marroquíes. Como pequeños consejillos: comprar a primera hora del día y no demostrar excesivo interés en lo que quieres. También recuerda que es su trabajo, los comerciantes saldrán ganando y no ganas nada enfadándote. El regatero es una forma genial de conocer gente y aprender sobre la cultura marroquí.
En los sitios más turísiticos hay muchas tiendas de precio fijo, mientras que en lugares menos frecuentados o tiendas de bereberes es posible hacer trueque. Toda una experiencia que te permitirá cambiar objetos e impresiones.
En los alrededores de Marrakech hay varios lugares interesantes a los que puede irse en el día, organizando una excursión. Una buena idea para descubrir la naturaleza marroquí son las Cascadas de Ozoud. Situadas a unos 150 kilómetros de la ciudad, conviene ir temprano para aprovechar el día y evitar las grandes multitudes.
Estas cascadas son las más grandes del norte de África y es el río Ozoud el protagonista de los tres escalones por los desciende, llegando a los 110 metros de altura. A unas tres horas de la turística Marrakech podemos ver un paisaje montañoso y con pequeños pueblos rurales, en los que el chófer (si vamos en un taxi privado) no dudará en parar. Es habitual que se detenga en cooperativas de mujeres dedicadas al trabajo del argán o en talleres de cerámica, donde además de mostrarnos sus rutinas también nos enseñarán sus tiendas donde poder llevarnos un recuerdo.
En la zona hay restaurantes y terrazas con preciosas vistas, sobre un paisaje verde que nos aleja de la imagen más típica de un Marruecos desértico y marrón.
Uno de los tesoros que podemos visitar recorriendo la Medina. La Medersa, Madraza o Escuela de Ben Youssef es un magnífico ejemplo de la arquitectura y decoración marroquí. Fue construída en el siglo XVI para los estudiantes que acudían a la cercana mezquita del mismo nombre y dicen que llegó a albergar a 900 muchachos procedentes de fuera de Marrakech.
El patio central es de esos lugares en los que uno no sabe hacia dónde mirar. El estanque central llama la atención con su colorido fondo de azulejos, mientras los muros están tan ricamente trabajados que parece increíble que fuesen hechos a mano. La cúpula de la Sala de Rezos u Oración es de las más bonitas que haya visto nunca, siendo la estancia con decoración más exhuberante de todo el conjunto.
Sólo los espacios comunes están decorados, en contraste con las sobrias celdas donde dormían los estudiantes. No hay ventanas al exterior, por lo que los jóvenes sólo podían mirar al cielo a través del gran patio. Desde éste la luz y el aire se repartía por los otros siete patios alrededor de las más de 100 habitaciones. Un lugar sin duda perfecto para el estudio y la reflexión.
*Horario: 9 a 18 horas. .*Entrada de pago: 10 Dirhams. *Cómo llegar: Place Ben Youssef. Callejeando por la Medina, tarde o temprano la encontrareis.
El whisky bereber como le llaman en Marruecos, el té no es sólo una bebida. Su ceremonia para hacerlo y servirlo no son tarea fácil y asistir al ritual precisará toda la atención posible si queremos repetirlo en casa. Introducido en el país por los británicos es la bebida tradicional por excelencia y rechazarlo puede ser considerado como un gesto descortés.
En cada viaje siempre hay un último té, ese que tomamos viendo la plaza al atardecer. Con la Koutubia iluminada al fondo y el humo de las cocinas perdiéndose en el cielo. Muy caliente y sin azúcar para mí, en silencio y viendo el continuo trajín de locales y extranjeros. Motos, carros, burros, jóvenes ensimismados con el móvil y otros haciendo piruetas para ganarse unos dirhams, ancianos ajenos al bullicio y recién llegados a la ciudad con cara de alucine.
Sin olvidar los tés improvisados, en casas, tiendecillas o en la calle. Porque no sé cómo lo hacen pero en cualquier momento y lugar siempre están listos para ofrecer y prepararte esta rica infusión. Una forma de acercamiento a la que es difícil resistirse, de nuevo esa hospitalidad sincera con olor a menta y en vaso de cristal.
Éste es un post que tenía pendiente desde hace mucho. El próximo viaje de Diego, Rupe para los amigos, ha hecho que no lo retrase más y estos días haya recordado con morriña mi querida Marrakech. Te lo dedico compañeiro: mis imprescindibles de la Ciudad Roja. Para que tengas una idea de algunos atractivos de una de mis ciudades favoritas del mundo mundial.
Eso sí, carga en la mochila una buena dósis de paciencia, el buen humor sé que no te faltará y el apetito para probar platos nuevos tampoco. Piérdete por el zoco como hicimos durante aquél viaje en panda por Menorca. Olvidándonos del reloj y del mapa. Coloreando cada atardecer entre risas. Y disfruta las charlas espontáneas para contagiarte de la energía de una población joven y con ganas de conocer(te).
Y cuando vuelvas, ya sabes, nos tomaremos un té y escucharemos tus aventuras. Seguro será un viaje que no olvidarás.
22 Comments
Todos nuestros amigos que han estado en Marrakech coinciden con tus impresiones sobre la ciudad. Así que, si tantos viajeros coincidís, será que Marrakech vale la pena…
A nosotros nos echa un poco para atrás el tema del regateo (quizá por eso todavía no hemos ido a Marruecos) a pesar de tenerlo tan cerca de Málaga. Pero nos guardamos tus consejos, por si nos animamos a hacer una escapada cuando acabe el confinamiento.
Saludos.
¡Qué buen paseo por Marrakech! Muy fan de todo lo que nos cuentas, de esos palacios, del té, del regateo,… Pasear por la medina es de lo mejor y al leerte de nuevo me doy cuenta de un lugar que me faltó en mi paso por la ciudad y que me arrepiento de no haber visitado: los jardines Majorelle. Si tengo la oportunidad de regresar a esa ciudad marroquí, fijo que no lo dejo pasar 🙂
Me ha encantado leer este artículo y volver mentalmente a nuestro viaje a la Ciudad Imperial. Marrakech es sin duda una ciudad maravillosa, con todo el encanto del mundo árabe. Los alrededores le Jeema-el-Fna son interesantes, pero cuando más disfrutamos fue cuando nos perdíamos por la Medina. Al final ¡¡hasta aprendimos a orientarnos y poder volver a la plaza desde la otra punta de la Medina sin problemas . Tenemos que admitir que lo único que nos cansa es el regateo. No somos de los que disfrutamos de ese largo intercambio a la hora de comprar algo. Sin embargo, es algo tan arraigado en su cultura que al final asumes que si quieres comprar algo vas a tener que regatear. Respecto a la gastronomía, la verdad es que comimos fabulosamente y todo lo que probamos estaba delicioso, pero cuando tienes un estómago delicado como el nuestro al principio te pasa factura, aunque luego te acostumbras . Y sí, también recomendamos a todo el mundo los maravillosos zumos de frutas.
Estuve recorriendo Marruecos hace ya 8 años y fue un país que se quedó muy grabado en mí, creo que quizás ha llegado el momento de regresar y, si es así, tendré muy en cuenta todos tus consejos de Marrakech.
Recientemente unos amigos han visitado Marrakech y han venido encantados. Tiene delito que nosotros viviendo en Granada y teniendolo teoricamente cerca, no hayamos estado todavia.
Al leer tu post nos siguen entrando ganas de visitar esta hermosa ciudad.
saludos amiga viajera!
No he visitado Marrakech nunca y de momento no es uno de mis destinos a corto plazo. No se porque pero no me llama mucho visitarla aunque leyendo tu post se ve que le tienes mucho cariño y un poco de curiosidad ya me ha entrado 🙂
Todas las personas que conozco que han estado en Marrakech coinciden con tus apreciaciones sobre la ciudad. Así que sobra decir, que si tantos viajeron hablan tan bien de este destino, por algo será. Me quedo con todas tus recomendaciones, aunque no me gusta nada regatear y mucho menos en que me insistan para comprar algo, pero supongo que es parte de la experiencia y hay que llevarlo de la mejor forma posible. Gracias por los tips!
Hola Mauxi,
Gracias por tu comentario. Lo de regatear es obligatorio, siempre puedes aceptar el precio que te dicen la primera y listo 😉 Si algún día te animas a conocer Marrakech me encantará conocer tus impresiones.
¡Un abrazo!
Me ha encantado tu relato y me he reído. Tendré que cargarme de paciencia porque me da corte regatear y me agobio a veces con los ofrecimientos a tomar té o visitar sitios. Pero me vence la curiosidad y las ganas de pasear por Majorelle, la medina o los palacios.
Gracias por tantos y tan buenos consejos.
Un beso.
¡Cris!Muchas gracias por tus palabras, este post lo escribí también pensando en tu próximo viaje 🙂 Me alegra que te haya gustado y tranquila, en el primer viaje es imposible intentar hacer y conocer todo. Lo del regatear y las invitaciones cuesta al principio, tómatelo con un primer contacto porque estoy casi segura que querrás volver. Ya he leído que irás también a Essaouira, genial porque es más tranquilo que Marrakech 😉
Disfrútalo mucho mucho, te seguiré y me encantará leerte cuando vuelvas! Un besazo.
Gracias, guapa. Estoy deseando ir…¡qué nervios! Me viene de perlas el post, así que mil gracias!! y un beso fuerte.
Estuvimos el año pasado, en agosto, recorriendo varias ciudades de Marruecos. Marrakech fue la primera y volveremos sin dudas, nos quedaron varias cosas pendientes por hacer. Y tu lista nos ayudara a completarlas. Nosotros aprovechamos para hacer una escapada al desierto. Un país para vivirlo. ¡Hermoso post! 🙂
Este post me viene perfecto porque estoy planeando viajar este año a Marrakech. Me lo guardo, que algunos sitios como el Jardín Majorelle no los conocía.
¡Un saludo!
Eva
¡Hola Eva!Qué bien, es una ciudad que hay que visitar al menos una vez en la vida. Tengo un post en el que cuento un poquito más la historia de Majorelle. Te gustará el Jardín 😉
¡Un abrazo guapa!
No conozco nada de Marrakech y me han parecido muy buenas recomendaciones para viajeros como nosotros si vamos por primera vez, de lo que sí había oído hablar es de las cascadas de Ozoud. Saludos
¡Gracias Belén!Espero que te sea útil si decides viajar a Marruecos. Las cascadas son una opción genial para una excursión y conocer algo más que la ciudad. ¡Un saludo!
Estuve hace unos ocho años y siempre quiero volver. Quizás este año le toque el turno. Me encanta el post y todos los detalles. Además hay varios lugares de la ciudad que no visité. Una cosa que me apetece mucho es pasar un par de días en el desierto, así que igual te pido algún consejo
¡Hola Alberto!Muchas gracias por tu comentario 🙂 Ocho años…pues lo notarás bastante cambiado. Cualquier cosa que necesites ya sabes dónde estoy!Un besiño!!
Creo que he estado unas tres veces y no me canso de verla. Cada vez que voy descubro lugares nuevos que no tienen desperdicio y que deberían de estar en los imprescindibles. Eso sí, el atardecer en la plaza Jeema-el-Fna y la koutoubia, la Giralda de Marrakech, me vuelven loca. Un abrazo !
Totalmente de acuerdo. Marrakech es una ciudad que sí te gusta es la perdición porque no dejarás de ir 🙂 Aunque creo que nos pasa con todo el país. Un abrazo de vuelta guapa!
¡Qué buenas recomendaciones! En marzo estaré por allí así que me viene perfecto 🙂 ¡Gracias por los consejos!
¡Gracias a tí por la lectura Sergio!¿Será tu primer viaje a Marrakech?Me alegro qu te sea útil el post, cualquier cosilla por aquí estoy 😉