José tenía calor, le molestaba el tabaco en el pantalón y la tela de su camisa era demasiado gruesa. Encarnación, aburrida de sus protestas y aprovechando sus nociones de costura, le hizo una prenda más cómoda, con amplios bolsillos y un tejido más adecuado para el clima tropical de su nuevo país.
La guayabera nacía en una modesta casa cercana al río Yayabo que da vida a Sancti Spiritus. Desde Granada había llegado el matrimonio buscando una vida mejor, aventurándose en una tierra desconocida, una tierra sin fin decían los listos del pueblo. Eligieron el pueblo por su nombre en latín, influenciados por el cura andaluz que no dudó en ir a despedirles al puerto hacía ya muchos meses.
La mayoría de la población se dedicaba al cultivo de la caña de azúcar y a la ganadería, José sabiendo de estos menesteres no tardó en encontrar empleo como capataz. Iban a misa los domingos, se reunían con otros compatriotas en el Parque Serafín Sánchez y esperaban noticias de sus familias cada vez que un nuevo español llegaba a la Villa del Espíritu Santo.
Los índigenas llamaban a sus tierras Magón, país que no tiene fin, un nombre mucho más bonito y romántico pensaba Encarna. Aunque no lo decía en alto ya que no sería bien vista por los seguidores de Velázquez de Cuéllar, el segoviano que fundó la ciudad en 1514 y sería el primer gobernador de Cuba.
Sancti Spiritus es la única villa en Cuba que mantiene el nombre en latín. La ubicación actual se encuentra a ocho kilómetros del pueblo original que encontraron los españoles. Una plaga de hormigas que atacaban a los bebés, entrando por sus ombligos y provocándoles la muerte, hizo que se trasladasen hacia el río Yayabo. O eso cuentan las leyendas.
Todo esto lo pensaba Encarna mientras se preparaba para la fiesta de Santiago, la más popular de la villa. La tradición comenzada por unos compostelanos llenaba Sancti Spiritus de cantos, bailes populares, disfraces y música. El 25 de julio todos los espirituanos salían a las calles a disfrutar y olvidarse de los quehaceres cotidianos.
En la iglesia Parroquial Mayor la esperaba José, con su nueva guayabera y una sonrisa. A él también le gustaban aquéllos festejos que le recordaban a su pueblo granadino, y también le gustaba aquélla iglesia azul. No imaginaba algo así en España, sería un escándalo...Pero estaba convencido de que el color haría más atractiva la entrada a los ateos españoles.
La música les acompañó por la calle peatonal Independencia Sur, unos minutos de charla en el salón de los Escritores y Artistas de Cuba y un cucurucho de maní les dieron sed. Así llegaron a la terraza del hotel Plaza, el más lujoso de la región. Un camarero de color les sirvió una bebida típica del país a base de ron y ofreció un puro a José que éste no se atrevió a rechazar.
Encarna, poco acostumbrada al alcohol lo saboreó con calma, pensando en qué dirían sus vecinas del pueblo si la viesen de esa guisa, en cómo le había cambiado la vida en apenas un año, en el estallido de color que tenía ante sus ojos, más acostumbrados al gris.
José la devolvió de sus pensamientos recordándole que la fiesta continuaba por la mañana. A orillas del río Yayabo seguirían las celebraciones. Un lugar al que les encantaba ir a ambos, a pesar de los mosquitos, por ser lo más parecido a sus paseos playeros por la costa andaluza cuando aún eran novios.
Símbolo y orgullo de Sancti Spiritus, el puente sobre el Yayabo era el único de la época colonial que se mantenía en pie del país. La señora del colmado le había contado a Encarna la leyenda al poco de llegar al barrio. En la construcción del puente mezclaron con leche bovina los materiales y eso, afirmaban los espirituanos explicaba su resitencia y longevidad.
Habría sido perfecto terminar con una actuación en el teatro. Pero el Principal aún no estaba preparado, tras sufrir un incendio, verse convertido en hospital y ser abandonado, gracias a los vecinos estaba siendo arreglado para volver a acoger a grandes estrellas.
Así que Encarna y José caminaron hacia casa, cogidos de la mano, por los resbaladizos adoquines y las calles engalanadas. Fachadas de colores pastel, flores y niños jugando mostraban un pueblo amable y tranquilo, ajeno a un futuro de revoluciones y líderes guerrilleros.
En Sancti Spiritus se formaría la primera célula del Partido Comunista de Cuba, la ocupación de la villa por los barbudos de Guevara contribuiria a su victoria en el país y el parque central levaría el nombre de Sánchez Valdivia, hombre cercano a José Martí y héroe nacional por su participación en las tres guerras por la independencia de la isla.
Pero esa es otra historia que os contaré otro día. Anochecía, el cielo parecía pintado y el ambiente en la Cuna de los Trovadores, como se conocía también a la villa, era perfecto para que Encarna escribiese un poco más ese diario infinito que nunca parecía terminar. Era como Magón. No tenía fin.
Distancia entre Sancti Spiritus y Trinidad: 80 kilómetros. Los mismos que en dirección Santa Clara. Hay bastante frecuencia de autobuses ya que se encuentra en el centro de la isla. Es un buen destino para alejarse de las localidades más turísticas. También es una buena opción como un alto en el camino hacia Santiago de Cuba.
21 Comments
¡Me encantan tus cuentitos! Estas muestras del pasado colonial, que difícilmente se borra, dan para mucho… Espero poder ir a Cuba algún día y disfrutar de Magón como lo hiciste tú. Abrazo
Nunca había escuchado nada sobre Magón y me ha encantado descubrirlo. Todavia no conozco Cuba y creo que van siendo horas de que me ponga las pilas. Quizás si visito Trinidad sea una buena opción acercarme hasta aquí, ya que como dices hay solo 80 kilómetros y bastante frecuencia de autobuses.
Hola Alberto,
No tardes en viajar a Cuba, merece la pena y está cambiando rápido. Nosotros paramos en Magón de casualidad y me pareció encantadora. Para alejarse de los sitios más típicos está genial 😉
Un abrazo.
Mientras leía tu post pensaba que solo le falta música de salsa sonando de fondo. Los colores de Cuba, esa fiesta de la que hablas, el clima tropical,… Todo para acompañar la historia de esa pareja de Granada que dio forma a esa prenda tan fresca y cómoda perfecta para el clima cubano. Lo has contado tan bien que al menos a mi has conseguido hacerme cruzar el charco como hicieron tanto emigrantes hace décadas. Un abrazo.
Muchas muchas gracias Cris. Me alegra haberte llevado de viaje.
La historia de la pareja granadina me llamó la atención y me apetecía contarla para que no se olvidase 🙂
Un abrazo grande guapa.
¡Hola artista!
No sabes cuánto he disfrutado leyendo la historia de Encarna y José… me ha transportado allí directamente. ¿Sabes? Me hubiera encantado vivir esa época, siempre lo pienso… ¡yo me habría ido a América de cabeza! Tuvo que ser duro pero emocionante y, como pensaba Encarna, pasar del gris al color.
Por cierto, no conocía a Velázquez de Cuéllar, ¡y eso que era mi paisano! Ya lo tengo en favoritos para investigar un poquito más sobre él.
La próxima vez que vayamos a Cuba, sin duda nos pasaremos por Sancti Spiritus.
Gracias por hacernos siempre aprender mientras se viaja, con este estilo tuyo tan personal.
Un besazo
Entré en el artículo por curiosidad por saber en que país estaba Magón. Pues ya lo sé . Estuvimos en Cuba poco tiempo. Que bonitas esas leyendas de cada sitio, aunque este da un poco de asco. Pobres bebés
Hola Mechteld,
La leyenda de los bebés no es nada agradable la verdad. Si volvéis a Cuba, Magón es un sitio tranquilo para desconectar de lugares más turísticos.
Un saludo.
Qué pena me da no habernos escapado hasta aquí! Recorrimos toda la parte oeste de Cuba hasta Trinidad, que fue lo más céntrico de la isla y lo más lejos que llegamos. Sin duda, tenemos que escaparnos de nuevo para hacer un segundo recorrido desde el centro hasta el este, lo menos turístico. Gracias por compartir guapa!
Hola MJ,
Muchas gracias por tu comentario. Cuba hay que visitarla varias veces, así que la próxima ya sabéis 😉
A nosotros nos quedó pendiente la zona de Viñales pero así tenemos la excusa para volver. Un abrazo guapa.
Me ha encantado, con ganas de volver!
Ya sé que los cuentitos te gustan más 😉
Que bien narrada la historia, me.apetece muchísimo conocerlo tras leerte. La verdad es que esa luz y ese colorido me atrae muchísimo. No he estado nunca en Cuba y no se si algún dia iré, pero me has traido un pedacito. Gracias por compartir.
Un abrazo
Carmen
Me ha encantado la forma de contarlo. Muy bien narrado. No conozco nada de Cuba, pero me ha llegado un trocilo gracias a ti.
¡Muchas gracias por tu comentario Belén!Me alegra haberte acercado un poquito de la isla. Es un pueblo que merece la pena para conocer Cuba má allá de su capital y playas. Un abrazo.
He estado dos veces en La Habana pero no en el resto de la isla, veo que hace falta volver e incluir otras partes de ese bello país. Y que además de Varadero hay mucha Cuba que contar y que cantar. Muy bonitas las fotos e interesantes los datos de la entrada. Volveremos a Cuba, seguro !!
Gracias Paco, pues si vuelves a Cuba ya sabes si buscas un lugar tranquilo y alejado del turismo de playas que invade la isla. ¡Un saludo!
Vaya relato más bonito! Me ha encantado tu forma de narrarlo. Me han entrado ganas de visitarlo.
Por cierto, qué horror lo de las hormigas!!!
Precioso relato. La verdad es que, a veces, cuando leo tus escritos es como si estuviera leyendo una canción de Maná o algo así (como el Muelle de San Blas). Mira que tontería, pero es que tienes mucho arte escribiendo estos episodios tan personales.
Ojalá pueda visitar Sancti Spiritu y este puente colonial algún día.
Qué forma más bonita, a través de los ojos de José y Encarna, de contar un trocito de la historia de Magón, el país que no tieme fin. Nos ha encantado.
Cuando leí lo poquito que hay de su historia me pareció una buena forma de recordarles 🙂 Me alegra mucho que os haya gustado, ¡un abrazo grande Dinkys!