Mis felicitaciones al que tuvo la idea, el efecto fue inmediato. En cuanto vi el cartel del Museo del Comunismo de Praga decidí que quería ir. La matrioska draculaura y las indicaciones para llegar (Above McFlurry) me parecieron lo menos curiosas y suscitaron muchas preguntas.
No teníamos pensado entrar en ningún museo durante el viaje, hacía buen tiempo y la vida callejera en Praga era una muestra de arte en directo a cada paso. Pero no quería irme sin conocerlo, así que reservamos un ratito de la última mañana para visitarlo.
Está en Na Príkope, en el centro de la ciudad, llegamos en metro desde nuestro distrito 9, en el quenos habíamos alojado, y caminamos buscando el número 10 de la calle. Cuando llegué me pareció de chiste y me eché a reír. El bonito edificio del Palazzo Savarin que alberga el Museo del Comunismo era un escaparate de lo más capitalista.
Un pequeño cartel en el pasadizo interior indicaba que teníamos que subir al primer piso. Pagamos las entradas (190 CZK) y empezamos un viaje al pasado del país, desde 1948 hasta 1989, año de la Revolución de Terciopelo que supuso el fin del gobierno comunista.
Unas enormes estatuas son el inicio de la sala denominada "El Sueño" , Marx y Lennin nos reciben acompañados de banderas, mapas y paneles explicativos. La sensación es de estar en un viejo trastero, cuadros y bustos por el suelo, una tremenda colección de objetos rescatados del olvido y a los que alguien se olvidó quitar el polvo.
En las salas del museo se recrean situaciones de la vida diaria, el trabajo, la escuela o el deporte. Éste era un aspecto de gran interés para los dirigentes comunistas. Para la URSS, la antigua Unión Soviética, el deporte era sinónimo de salud en su población, por lo que cada trabajador debía disponer de las condiciones necesarias para ejercer su derecho a practicarlo.
Se organizaron algo similar a las Olimpiadas, las Espartaquiadas que se celebraban cada cinco años, y jóvenes de todo el país se reunían en Praga para el gran evento deportivo del país.
Una parte muy interesante y que me gustó mucho es la de la propaganda y publicidad de la época. Carteles y viñetas, entre las que no podía faltar Estados Unidos, el eterno enemigo, se intercalan con uniformes, armas y artilugios militares.
La última sala es la "Habitación de los Interrogatorios" que busca recrear el ambiente agobiante y opresor de la KGB. Poca luz, enormes símbolos comunistas y una máquina de escribir llena de historias forman el escenario perfecto para una película sobre la Guerra Fría.
Además en una pequeña habitación contigua hay una pantalla en la que se proyectan cortos de la época comunista checoslovaca.
La visita termina con una réplica del muro de Berlín. Su caída se produjo el mismo año,1989, que la Revolución de Terciopelo. Un vídeo reproduce las manifestaciones y concentraciones de la población Checa que obligaron a los líderes comunistas a dejar el poder.
Se convocaron elecciones y Václav Havel se convirtió en presidente del país en 1990. Tan sólo tres años después Checoslovaquia se dividía, nacían así la República Checa, con Praga como capital, y Eslovaquia.
Mi alergia al polvo corroboró que el lugar necesitaba una limpieza y yo salir de allí. Al lado de la escuelita había una puerta que daba a una terraza. Entre lo que me lloraban los ojos y el sol tardé en acostumbrarme a la luz exterior, cuando me pasó la ceguera momentánea lo vi al fondo.
Allí estaba Lennin bajo un árbol. Con un libro entre las manos, su rostro parecía reflejar el disgusto de los gritos que provenían del patio inferior donde unos pequeños se peleaban por unas patatas fritas. El olor a hamburguesa era insufrible y me pareció una broma de mal gusto, otra más unida a la provocativa ubicación del museo.
Al llegar a casa y mientras preparaba este post busqué información sobre el Museo. Intrigada por saber de quién estaba detrás de aquél coleccionismo comunista. Mi sorpresa inicial dio paso a un... Ahhh, valeeee, ahora entiendo muchas cosas.
Las postales de Lennin con cresta a lo punk, el osito Misha de las Olimpiadas de Moscú armado y la mismísima Matrioska draculaura eran cosa de un ciudadano norteamericano que llegó a Praga en los noventa y se dedicó a recorrer rastrillos y trasteros.
Fue una visita interesante que antecedía a una aún mejor. Nuestra siguiente parada era el muro de Lennon, un lugar lleno de color y música que despediría nuestra estancia en Praga.
16 Comments
Pues hemos estado 2 veces en Praga y no había oído hablar de este museo. La verdad es que nos suelen gustar estos museos “trastero” como comentas tú. Sí que visitamos uno en Budapest, con sus Lennins y demás… estaba chulo pero era solo de estatuas. Y veo que este va bastante más allá. Por cierto, el Osito Misha es de mis primeros recuerdos. Que viejuno soy!
Jajaja! Y cuántos viajes tienes encima 😉 Tendreis que volver por tercera vez a Praga y visitar este museo, aunque me han contado que ya no se encuentra encima de un Macflurry. Menos mal.
El de Budapest te refieres al Memento Park, ¿no?. Un sitio también para frikis de la historia como creo que también eres tú un poco 😉
¡Saludos!
¡Qué lugar más curioso! ¿Había algo de información o solo una colección de “antigüedades”, o, mejor dicho, trastos? Me ha intrigado bastante este museo. Cuando volvamos a Praga, lo buscaremos.
Lo de deportes es totalmente verdad. Incluso en el cole el día empezaba con 15 minutos de ejercicios todos juntos, alumnos y profesores, delante del cole o en la sala de deportes. Y tenías que asistir sí o sí. Si no venías, te contaba como falta y llamaban a tus padres.
Qué chuloooo! Me encantan este tipo de museos!
Me lo apunto, que voy a Praga soon!
Gracias cielo!
Jajaja, ya sabía yo que os gustaría 😉
Pues he leído que ha cambiado de ubicación, Lennin estará agradecido de haber dejado de oler a hamburguesa. Ya me contareis qué tal está el nuevo. ¡Besos guapa!
Al final te han hecho caso y han retirado el museo lejos del McDonald’s capitalista XD
Nosotros lo visitamos en el nuevo edificio donde se han trasladado, aunque David dice que al ser más neutra la exposición no te zambulles tanto en la temática.
Saludos desde @vacaciona2
[…] Y si os interesa el tema, os recomiendo el post sobre un peculiar museo del comunismo que visitamos durante nuestro viaje a Praga. […]
[…] descubierto lugares que ni siquiera sabíamos que existían. Por ejemplo, en la República Checa, el museo del comunismo de […]
Pero que chulada de post Maru!!! jajajaj, eres igual de curiosa que yo…, y que bien sienta llegar a estos sitios cubiertos de polvo y de antiguas historias.
Nunca había oído hablar de este museo, gracias por compartir esta divertida experiencia. Tomo nota par ala visita a Praga!
Muchas gracias Eva 🙂
Fue una visita distinta, por lo visto ahora ya lo han cambiado de ubicación así que si viajáis a Praga y lo visitáis ya me contarás.
¡Que no se nos vaya nunca la curiosidad! Abrazos.
Contigo siempre descubro lugares increíbles 🙂 ¡Quiero ir a Praga ya! Saludos y feliz año
Pues yo que me alegro!!La verdad es que fue una casualidad visitar este museo, lo bueno de callejear 😉
Un beso y muy buen año guapa!
Lo mejor sin duda la matrioska vampira jajja. No se al cambio cuanto costó la entrada, pero fuese lo que fuese, que menos que contratar a una señora de la limpieza de vez en cuando no? Que cara!
Un saludo
Carmen
Qué ganas de ir a lugares así llenos de historia, que te transportan a los años en los cuales fueron creados. Una sensación que te da cada vez que vas a un museo por ejemplo. Aunque no todos los museos son de mi agrado, este en Praga me llama mucho la atención.
Un abrazo.
Bo
Me ha gustado todo, empezando por la matrioska vampira y acabando por toda esa cantidad de objetos polvorientos. Siempre me ha llamado la atención curiosear en ese tipo de cosas tan cotidianas… aunque en este caso el final del museo con la sala de interrogatorios no era un final muy agradable.
Un abrazo muy fuerte y felices fiestas.
Genial! Para que veas lo que conviene a veces salirse de lo que uno tiene previsto. Me encantan este tipo de museos donde puedes ver el estilo de vida de un lugar en diferentes épocas y esto parace todo para ambientar una película. Anotado para cuando vaya a Praga. ¡Gracias!