Nuestro Mini blanco respiró aliviado cuando por fin Jose lo aparcó, después de un divertido viaje desde Andorra, donde se había celebrado el Travel Bloggers Meeting.
Cansados pero contentos, dejamos las mochilas en la habitación y terminamos la noche con un té en los comodísimos sofás de la planta baja del hotel. Sólo con ese detalle a mí ya me habían ganado: la opción de poder tomar un café/infusión las 24 horas del día. Un plus apto para cualquier presupuesto hotelero, tan poco practicado y tan agradecido para cafeteras como yo.
Me encantó poder hablar con el recepcionista sin un alto mostrador en medio (cuantas veces se lo dije a mi jefe en mis épocas de hotel), curiosear los títulos de la librería o la exposición de bicicletas de bambú que en esta ocasión decoraba los espacios comunes del edificio.
Una foto con unos globos y pósits de colores hicieron que mi interés por este hotel despertase y lo eligiese como opción de descanso en la ciudad catalana antes de volver a casa. Me enamoré al instante de esas pequeñas atenciones: una nota manuscrita, unos dulces o una simple manzana convirtieron al Pol and Grace en mi hotel favorito de Barcelona.
El apetito matutino y las ganas de hablar hicieron que olvidase hacer fotos al desayuno. Pero puedo aseguraros que había muchas cosas ricas, sanas y que el café era de verdad.
Un ratito después pudimos conocer el hotel de la mano de su director. Las habitaciones temáticas, la originalidad y los mensajes en los pasillos sobre la historia de Pol y Grace lo hicieron más encantador. Se notaba el entusiasmo en sus palabras como también se notaba el buen ambiente entre los compañeros de trabajo. Como me había pasado en el hotel Moure de Santiago me sentía tan bien que no me hubiese importado quedarme, pero tenía muchas ganas de Barcelona y sólo unas horas antes del vuelo a Vigo.
Café en mano, y con Paulo como guía, salí a callejear por una ciudad que a mí sólo me evocaba buenos recuerdos. Barcelona fue el destino de mi primer viaje en avión en familia, el punto intermedio de mis idas y venidas de Italia y la ciudad a la que me escapaba para ver un concierto o una obra de teatro cuando empecé a trabajar.
Aprovechando la cercanía nos acercamos a Casa Vicens, con la mala suerte que estaba cerrada. Ya me lo había comentado Jordi Mil Viatges y he leído que la intención es abrirla al público como casa-museo. Cubierta por lonas solo pudimos cotillear un lateral de este edificio modernista de Gaudí, característico por sus toques orientales e islámicos y mucho azulejo, ya que según se dice el propietario de la casa tenía una empresa de cerámicas.
Caminamos sin rumbo ni destino fijado, hacía un calor horrible y la ciudad funcionaba al 1000% a golpe de lunes. Yo no dejaba de mirar para arriba, alucinada con los preciosos edificios, balcones de princesa y portales con mil historias que contar mientras trataba de no tropezarme con la gente apresurada que nos íbamos cruzando.
En Gracia la acera de la Pedrera era intransitable, un segundo para hacer una foto y salimos de allí amenazados por palos, selfies y excursionistas. Las grandes firmas de moda, joyerías o exclusivos restaurantes ocupan los bajos de edificios de Domenech, Gaudí o Cadafalch que son verdaderas obras de arte.
Llegamos al cruce con Gran Vía y al monumento dedicado a los Libreros catalanes, con las firmas de quienes han hecho el pregón en la Feria del Libro. Durante todo el recorrido no dejamos de hablar. De todo y de nada, de viajes claro, del pasado y del futuro, con risas y sonrisas que hicieron que la mañana pasase rápidamente.
Tras parar a beber algo nos perdimos sin perdernos por calles más estrechas y tiendas de llamativos y originales escaparates. En el Raval terminaba nuestra breve visita por Barcelona, un barrio con mucha vida, carteles reivindicativos, banderas y dónde surgió la historia de una foto.
La casualidad, o no, hizo que de un momento aparentemente insignificante surgiese una gran historia. Una foto y la falta de visión del hombre, al que Paulo fotografiaba, nos hizo pensar y valorar (aún más) el día que estábamos compartiendo. Esa noche creo que ambos nos dormimos pensando en aquél señor y en la gran lección que sin querer nos había dado.
Durante esas horas volví a conocer Barcelona. Siempre llena de vida y de gente (demasiada quizá) y volvió a gustarme tanto como cuando tenía 18 años.
Y aunque suene a tópico, lo mejor fue la compañía, mi querido Paulo, un gran compañero de ruta. Capaz de emocionar a un auditorio en chanclas con su precioso proyecto, tras esos días se sumaba a mi lista de personas favoritas. Y no a una de esas listas de bloggers que tanto se llevan, sino a la de personas que quiero cerca. Algo parecido a lo que hace ya tantos años me había pasado con Barcelona.
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11 Comments
¡Qué buen recorrido hicisteis! Nosotros sólo hemos estado una vez en Barcelona, durante un fin de semana, y te puedes imaginar la cantidad de cosas que nos faltaron por ver y visitar en la Ciudad Condal…
¿Ya estará abierta la Casa Vicens? Porque este año tenemos una boda en Barcelona y seguro que sacamos algún hueco para hacer una visita…
Saludos.
Hola chic@s,
Sí, la Casa Vicens ya está abierta así que ya tenéis una cita en Barcelona aprovechando esa boda. A mí me encanta la ciudad, fue uno de los primeros viajes que hice sola hace mil años y le tengo especial cariño.
Esa visita con Paulo fue realmente genial, ¡un día para repetir!
Ya me contareis tras la visita 🙂 ¡Un saludo!
¿Cuándo vuelves a Barcelona? La Casa Vicens ya lleva dos años abierta al público y ahora tienes a una enamorada más de Gaudí que estaría encantada de enseñarte la casa del dragón 😉
Lo bueno y lo malo de vivir aquí es que no hemos dormido nunca en un hotel, pero si alguien viene a la ciudad, ya sabemos qué recomendarle.
Como siempre, un gusto leer tus relatos, y más aún por nuestra querida Barcelona 🙂
¡Un abrazo!
Ay, Barcelona lindaaa… He ido muchas veces pero nunca hago una visita completa, me quedan cientos de detalles en el tintero. Quizá tenga que pedirle a Paulo que me haga de guía como a ti ja ja ja
Me encanta la Pedrera, bueno en general todo lo de Gaudi y lo modernista, ¿y a quién no? A ver si puedo volver pronto.
Un abrazo
Barcelona siempre es agradecida con personas como tu 🙂 Pena que tuve que trabajar, de lo contrario me hubiera unido a vuestro recorrido barcelonés!!!
P.D: el hotel me lo enseñaron en una quedada blogger y es maravilloso. El tema de los post-it y los regalitos como gominolas, etc me encantó. Lo que tu comentas, son detalles que se agradecen mil 🙂
Pues un buen recorrido armasteis al final, aunque tendréis que volver para cuando abra la Casa Vicens!
La verdad es que yo suelo cotillear a menudo por los distintos halls de entrada a la viviendas modernistas. A menudo, esperando a que entre algún vecino!
Un abrazo!
Un post super original de Barcelona.
Me ha encantado,
Saludos viajeros
LoBo BoBo
Hola Maruxaina
Las fotos y las descripciones me encantan.
Precio lugar y escribes tan bonito Maruxaina. Me encantó leerte y lo sabes. 🙂
Un abrazo desde Cancún.
Bo
Ese hotel… pero que cucada. Tantos detalles personalizados son algo muy de agradecer. En cuanto a tu paseo por Barcelona, breve pero intenso y muy variado, con ese final en el Raval que tanto me recuerda a Lavapies, uno de mis barrios preferidos de Madrid (aunque la gente me mira, se asombra y me preguntan que se me ha perdido a mi allí jejejeje)
Un abrazo grande
Me ha encantado el hotel con tantos detalles y por supuesto los lugares que visitasteis. Una lástima que la casa Vicens estuviese cerrada, pero así teneis otra escusa para viajar a Barcelona. Es tan bonito barcelonear!!!
Un saludo
Carmen
Obviamente voy a ser el primero en comentar porque me ha hecho volver a aquel día y porque ha sido la ciudad en la que creo que mejor te he conocido. Has conseguido algo muy difícil en mí, llevarme de nuevo a Barcelona, durante los últimos 10 años he ido infinidad de veces a esa ciudad y sé que será la única ciudad del mundo que sé que volveré sin ningún lugar a dudas. Como dije en mi post, es el amor de mi vida y fue un auténtico placer recorrer sus calles a tu lado, anécdotas e historias aparte, la describes genial, las fotos me encantan y obviamente tu narrativa me enamora.
Espero de corazón que Barcelona sea la primera de las ciudades que conocemos juntos (y a ver si Raúl se anima también).
¡Un saludo del chico de las chanclas! 🙂